Toros

Tibio espectáculo en una noche muy calurosa y sin trofeos

plaza de toros de la real maestranza de sevilla Ganadería: Novillada de Cayetano Muñoz, de dispares hechuras y comportamiento. TOREROS: Rodrigo Molina, de purísima y oro. Casi entera delantera con derrame (vuelta al ruedo tras petición de oreja). Pinchazo, casi entera y siete descabellos (silencio tras aviso). David Salvador, de azul y oro. Estocada (saludos tras petición). Dos pinchazos y estocada (vuelta al ruedo). José Antonio Lauri, de morado y oro. Media y dos descabellos (saludos tras ovación). Dos estocadas que hacen guardia y estocada (silencio). INCIDENCIAS: Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Jueves 21 de julio de 2016. Tercera novillada sin picadores nocturna del Ciclo de promoción de nuevos valores de la torería 2016. Tres cuartos de entrada, aproximadamente, en noche muy calurosa.

La tercera novillada del Ciclo de promoción de nuevos valores de la torería 2016 cerró los festejos clasificatorios de un certamen con poco nivel en su conjunto y en el que una vez más no entraremos en crítica con los noveles, sino en unos apuntes de lo más destacable. Por encima del escote de la Maestranza, se asomó una preciosa luna, que fue testigo de un tibio espectáculo en una noche muy calurosa y que se saldó sin trofeos.

En el aspecto ganadero, la novillada de Cayetano Muñoz, de dispares hechuras y comportamiento, sorprendió porque en su conjunto contaba con menos trapío que las dos anteriores. Eso es algo que deberían haber equilibrado los organizadores. Ante este encierro, el sevillano Rodrigo de Molina, el alumno de la Escuela de Salamanca, David Salvador y José Antonio Lauri, de Alhaurín de la Torre, se marcharon de vacío.

Rodrigo Molina tuvo en suerte, en primer lugar, un novillo encastado ante el que ganó terreno a la verónica. Con la muleta realizó una faena desigual, consiguiendo los mejores pasajes en una serie diestra con ligazón y algunos naturales de bella factura; sufriendo una voltereta, afortunadamente sin consecuencias. Mató de casi entera, que produjo un serio derrame al eral y la presidencia no concedió un trofeo que solicitaba el público.

Ante el cuarto, con movilidad y falta de fijeza, Molina se mostró voluntarioso.

David Salvador posee un buen concepto del toreo en el que prima la estética, como le sucede a su maestro, el matador de toros vallisoletano Leandro. En su primero realizó una faena correcta, en la que pecó de frialdad ante un eral que se paraba a mitad de viaje.

Con el quinto, alto y largo, consiguió muletazos sueltos de gran calidad por ambos pitones en una faena que cerró con bernadinas y no rubricó adecuadamente con la espada.

José Antonio Lauri, que cuenta con el respaldo de El Cid, quien le aconsejaba desde el callejón, intentó hacer las cosas bien. Ante su buen primero logró dos tandas con la derecha y una serie al natural de nota. Tras media estocada, precisó de dos descabellos y el balance quedó en una ovación.

Al que cerró plaza, manejable y que se rajó, Lauri lo recibió con hasta tres faroles de rodillas en los tercios. Con la franela comenzó en los medios con un muletazo por la espalda y alternó pases de calidad con un par de desarmes y una cogida, afortunadamente sin consecuencias. Erró con la espada.

Al término del festejo, el jurado, formado por los asesores presidenciales de la plaza de toros, decidió que los tres finalistas del ciclo son Juan Márquez, Jesús Muñoz y Antonio Medina -cada uno de ellos consiguió un trofeo en sus respectivas actuaciones-. La terna lidiará reses de Juan Antonio Ruiz Espartaco.

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