Toros

Ponce, único trofeo en festejo grisáceo

cuarta de las corridas generales de bilbao Ganadería: Corrida de Domingo Hernández, bien presentada y en conjunto de mal juego; con la excepción del encastado primero. TOREROS: Enrique Ponce, de tabaco y oro. Estocada (oreja). Dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso). Julián López 'El Juli', de nazareno y oro. Estocada y cuatro descabellos (silencio). Casi entera y dos descabellos (saludos tras aviso). Alberto López Simón, de azul marino y oro, que debutaba. Dos pinchazos y descabello (silencio tras aviso). Estocada (saludos tras ovación con aviso). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Bilbao. Martes, 25 de agosto de 2016. Tres cuartos de entrada. El rey emérito, don Juan Carlos, recibió el brindis de los tres diestros en sus primeros toros.

Las Corridas Generales de Bilbao 2016 entraron ayer en la cartelería de lujo -Ponce, El Juli y López Simón-, aunque eso no se traslució en la taquilla, ya que no se pasó de los tres cuartos de entrada. Para hoy, en otro de los carteles estrella, será baja Andrés Roca Rey, a quien le sustituye Ginés Marín, quien alternará con Morante y Urdiales, con toros de Alcurrucén.

El espectáculo de la cuarta del abono de Vistalegre decepcionó y no estuvo a la altura de lo previsto, en gran medida por una corrida de Domingo Hernández, bien presentada, pero que en su conjunto dio mal juego, con la excepción del encastado primer toro, al que cortó una oreja Enrique Ponce.

El que abrió plaza, un ejemplar bien construido, bajo y con cuello, acometió con entrega. El valenciano consiguió los muletazos más intensos de la tarde en una labor en la que comenzó doblándose con el toro y en la que se distinguió en algunos remates, como un sensacional pase de pecho. Lo mejor, el toreo en redondo sobre la diestra. Tras unos muletazos genuflexos, mató de estocada al primer envite, lo que fue decisivo para ganar el trofeo.

El cuarto, bajo, ya venía picado -me refiero a que embestía sin fuerzas- y acudió con temple tras la capa de un Ponce que lo recibió con suaves verónicas. El animal se derrumbó en varas y, pese a las protestas, el presidente lo mantuvo para una labor de enfermero del torero de Chiva, que no remató bien con la espada.

El Juli, que se enfrentó al peor lote, no obtuvo fruto alguno. Con el segundo, de buenas hechuras, incierto y gazapón, se esforzó en un trasteo con oficio. Ante el quinto, bien armado, blando de manos y con nobleza, el diestro madrileño realizó una faena desigual.

López Simón se las vio en primer lugar con otro astado de buena lámina, bajo, con cuello, que fue a menos y ante el que porfió en una labor con altibajos; fallando con la espada. Con el que cerró plaza, altote, sin clase y que lo mismo perdía las manos que reponía, el de Barajas se entregó totalmente, sin reserva alguna, en un trasteo que tuvo el contrapunto de un desarme en el epílogo, subsanado con la estocada definitiva que puso punto y final a un festejo grisáceo.

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