José Manuel Soto. Torero

"Como torero estaba preparado para asumir todo, incluso perder la vida"

  • El banderillero algabeño, que ha perdido una pierna por un terrible percance el pasado 20 de agosto, revive la peor pesadilla de su vida y rememora su trayectoria, que comenzó en su niñez.

El banderillero algabeño José Manuel Soto, de 38 años, ha visto como su vida se ha truncado por una cogida terrible que sufrió el pasado 20 de agosto en Peal de Becerro (Jaén), tras la que le amputaron la pierna izquierda. El próximo miércoles recibirá un homenaje en un gran festival que se celebrará en la Maestranza -hora de comienzo: cinco y media de la tarde-, en el que participarán Diego Ventura, Ortega Cano, Juan Mora, Finito de Córdoba, Juan José Padilla, Daniel Luque y Rafael Serna, quienes lidiarán novillos de Cortés de Moura, La Palmosilla, El Freixo, dos de Fuente Ymbro, Torrestrella y Guadaira. Soto, quien en la entrevista revive la peor pesadilla de su vida y repasa su trayectoria, afirma: "Me encuentro muy bien anímicamente, aunque tengo mis cosas porque yo no soy un superhéroe. Estoy ilusionado con el festival. Por encima de todo, será un día emotivo, especial e histórico por ver a los maestros y a mis compañeros en el ruedo y me haría muy feliz el verme arropado por el público".

-José Manuel, ¿cómo encajó la noticia de que para salvarle la vida le cortaban la pierna?

-Tras la cogida, veía que no movía la pierna y ni sentía los dedos. En el hospital de Jaén, después de la primera operación, me desperté con la fijación. Me hicieron un by-pass y pruebas. No podía mover la pierna; ni sentía los pinchazos. Es duro. Intuía lo peor. Y el día 26 de agosto llegó lo que llegó.

-Cómo sucedió el percance?

-El novillo me atrapó contra las tablas y sentí un crujío enorme en la rodilla. Me la destrozó por dentro. Mi torero -Adrián de Paula- y mi compañero Jesús Bayort le dijeron a la presidenta que se alisase el ruedo porque había actuado antes un rejoneador. Hizo caso omiso y sacó el pañuelo. A mí, como tercero, me tocaba cortar. Al no querer llegar tarde, me adelanté. El novillo se quedó conmigo. No me dio tiempo para meterlo en los vuelos del capote. Estaba cerca de las tablas y no me pude escapar.

-¿Cómo le atendieron?

-Había una ambulancia para el festejo. Llamaron a otra, que me llevó al ambulatorio de Peal de Becerro. Con la taleguilla puesta, me pusieron unas vías, supongo que para meter calmantes. Tenía un dolor terrible en la pierna y pedía que me cortaran los machos por si eran la causa por la que no me llegaba el riego a la pierna. Los cortaron, pero me dolía igual. Pedí que me durmieran porque el dolor era tremendo. Y luego vino la odisea del traslado. Me llevaron a Úbeda. Allí me hicieron radiografías y no me metieron en quirófano para tratar el aplastamiento. Luego, otra ambulancia a Jaén. Cuando ingresé habían pasado muchas horas. Serían las once o las doce de la noche. Lo suyo hubiera sido el traslado directo en helicóptero a Jaén ¿Por qué tantas horas de dolor y sufrimiento...?

-¿Cómo nació su afición?

-En mi pueblo hay tradición y tuve contacto con el toro desde chaval. A los 13 o 14 años le dije a mi padre que quería ser torero. Cuando estaban construyendo la parte de mampostería de la plaza conocí a Manuel Carbonell, Manuel Velázquez y José Manuel Rodríguez, y me contaron que estaba en la escuela taurina que llevaba Luis Arenas. Me apunté en el 94. Como Domingo Valderrama es familiar mío, también pude hacer mucho campo.

-En 2001 debutó sin picadores en la Maestranza ¿cómo lo vivió?

-Torear en la plaza de Sevilla ha sido la mayor ilusión de mi vida, lo más grande. Fue una novillada de Guardiola, de seis reses para seis novilleros. El mío me pegó en el mentón y quedé inconsciente, y de ahí para la enfermería. Cuando desperté en la ambulancia había perdido la oportunidad de mi vida.

-¿Qué recuerdo tiene de su estreno con picadores en La Algaba?

-Fue en 2003. Salí muy contento, aunque no llegaran las orejas por no matar bien. Desgraciadamente quedó ahí. Entonces trabajé como montador de andamios. En 2007, José Luis Neiro me animó a sacarme el carné de banderillero y en 2010 debuté como banderillero con novilladas sin picadores. Toreé con Miguel Ángel León, con mi primo Daniel Soto y con Esaú Fernández. Como banderillero no llegué a torear en Sevilla.

-La temporada ha sido horrorosa en percances, incluso con uno mortal ¿Conocía a Víctor Barrio?

-No. Cuando me enteré se me cayeron dos lágrimas. Me afectó. Yo, al menos, puedo estar aquí hablando. Soy fuerte y estoy animado, en cuatro o cinco meses espero tener una prótesis que vendrá de Alemania.

-¿En quiénes se apoya para superar este trago amargo?

-En Dolores, mi novia, que tiene sangre torera. Su bisabuela era hermana del Algabeño. Sin ella no me encontraría. Y me apoya todo el mundo. Tener un amigo es un tesoro. Y yo tengo muchos tesoros.

-¿Cuál era su sueño y su meta en el toreo?

-Le digo el tópico: ser figura del toreo. Pero eso es muy difícil y complicado.

-El mejor momento que ha vivido como torero.

-Todos. El poder ponerte el traje de luces y sentirlo es el momento con el que uno sueña. De banderillero he tenido también momentos muy bonitos. He comenzado tarde, pero, como le dije a mi compañero Tirado, "no sé si llegaré como banderillero, pero disfruto día a día". Aunque no haya podido llegar a más y quedarme en el camino, el profesional me conoce y sabe como soy.

-¿Qué le enseñó el mundo del toro?

-Ir con la humildad y respeto por delante. Luego, las consecuencias del toro están ahí. Como torero estaba preparado para asumir todo, incluso perder la vida. En mi caso he perdido una pierna.

-¿Continuará ligado al toro?

-Por supuesto. El toreo ante todo. No dejaré de coger una muleta apoyado en la otra muleta de hierro para torear de salón.

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