Olympiacos-unicaja

La costumbre de perder (77-72)

  • El Unicaja compite en El Pireo pero acumula otra derrota en Europa que le deja ya sin opciones reales. Una sucesión de infantiles pérdidas en el último periodo condena al equipo.

La Euroliga se escapa de manera irremisible. Y es indigno de este gran Unicaja que empequeñece cuando rebasa las fronteras. Compite siempre, pero llega un momento en el que la cantinela se convierte en repetitiva, sobre todo cuando de manera casi idéntica se cae en los mismos errores ante el mismo equipo. No se ven progresos ante el Olympiacos, rival por multiplicado en las dos últimas campañas. Si se trata de crecer, como pregona Plaza, ante ellos no se crece, sigue la misma distancia. 77-72, un infame 1-7 de balance y las opciones de Top 8 convertidas en quimera con una segunda vuelta que apenas servirá de banco de pruebas y de desgaste. Una lástima que se ennegrezca en Europa una temporada que puede ser histórica en la Liga ACB. La medalla del liderato en España se comparte con la mancha de ser el peor equipo, junto al Estrella Roja, del Top 16. Una victoria en El Pireo hubiera abierto el candado. Pero no se pudo. 

El equipo malagueño, tras dominar todo el primer tiempo y trampear en el tercer cuarto como pudo la subida de intensidad del Olympiacos, dilapidó en el último periodo las opciones de victoria. Las tiró al garete. Con empate en el marcador (58-58) tras mate de Fran Vázquez, encadenó seis ataques consecutivos sin tirar a canasta, con pérdidas que lindaban con lo absurdo. Markovic, Thomas, Kuzminskas... Nadie se libró de la caraja. Y junto a la irrupción de Spanoulis tiñó el partido de rojo y blanco, ahí estuvo el nudo del duelo. La exigencia del Olympiacos, en cuya pista no ganó nadie en los 13 últimos partidos europeos, es elevada. Pero es contumaz en sus errores el Unicaja, que defendió a un altísimo nivel durante muchos minutos. Hace cosquillas, pero al final Spanoulis sentencia. Muchos equipos pasan por el mismo tamiz, pero habrá que esperar hasta, ojalá, la próxima temporada para batirles. 

La mejor defensa de Europa y un estilo definido convierten la ya de por sí difícil tarea de ganar en El Pireo en una proeza. El Unciaja lo experimenta con frecuencia en el último lustro. Imposible meterle mano al equipo de Spanoulis, bien cuadrado con esa mezcla de americanos atléticos no muy muy altos y ese armazón griego que le dota de identidad y sentido al equipo de los boquerones rojos del singular barrio marítimo de la capital griega. El Unicaja se plantó allí sin demasiadas pretensiones, más allá de la de competir el máximo de minutos. Acumular derrotas y palizas en ningún caso es un buen entrenamiento. Y aunque resulte una obviedad se competirá mejor cuanto más se compita. 

El equipo de Joan Plaza realizó un primer tiempo muy serio en La Paz y la Amistad, escenario de batallas de todos los colores en los últimos 30 años. Con una actividad defensiva superior y una buena lectura del ataque del Olympiacos, acompañado de un necesario poco tino del rival en el tiro triple, permitió al Unicaja liderar de cabo a rabo la primera mitad. El creciente Caleb Green marcaba el ritmo anotador, con puntos generados esencialmente desde cerca del aro. Tras un triple para abrir el marcador de Vasileiadis el Unicaja tardó 13 minutos en encestar otro triple. 

Fomenta Plaza esa idea de alternar el juego en un momento en el que es frecuente ver a los equipos lanzar más de tres que de dos. Los espacios son los que son, pero el Unicaja cerraba su aro sin conceder un rebote a los griegos y con una abrumadora superioridad en los rechaces (12-23 al descanso) aun con la ausencia del siempre fiable en esa faceta Carlos Suárez. Stefansson, al que Plaza emplea para un roto y un descosido, reparaba la baja del madrileño y los problemas de falta de Markovic en la dirección. No parecía el técnico guardarse demasiado. A la espera de la habitual irrupción de Spanoulis, el Unicaja controlaba al genio de Larissa y la distancia al descanso era corta (29-33) después de que la diferencia hubiera oscilado entre los dos y los siete puntos desde los compases iniciales. 

La esperada elevación de intensidad del equipo griego zarandeó al Unicaja, que en apenas cinco minutos había recibido 18 puntos sin demasiado margen para la respuesta. Spanoulis enchufó la máquina y laminaría con 18 tantos y 10 asistencias la defensa cajista. Es previsible que el mago ajusticie, pero cuando se dan facilidades el agujero es aún más grande. Se marchó por siete puntos (50-43) el Olympiacos, pero Granger y unos muy buenos minutos de Germán contuvieron la sangría y dejaron en el partido al Unicaja. Plaza experimentaba con algunas zonas, simultaneaba a Markovic y Granger, a Thomas y Germán, a Stefansson en varias posiciones. Justo cuando el Unicaja empató (58-58) encalló con una secuencia de hilarantes pérdidas. Plaza sí pareció manejar el minutaje de sus jugadores esenciales y Spanoulis ajustició al Unicaja. Un guión demasiado repetido, lo típico ante el Olympiacos. Un equipo que aspira y piensa en grande no se puede acostumbrar a la derrota. En Europa, este Unicaja se ha resistido, pero lo ha hecho.

Ficha técnica:

77 - Olympiacos (11+18+26+22): Darden (2), Spanoulis (18), Mantzaris (6), Petway (0), Dunston (6) - quinteto titular -, Hunter (3), Printezis (13), Sloukas (9), Tsarielis (2), Lafayette (6) y Lojeski (12).

72- Unicaja (17+16+19+20): Granger (13), Vasileiadis (9), Kuzminskas (3), Green (8) y Vázquez (6) - quinteto titular-, Thomas (9), Stefansson (3), Toolson (8), Gabriel (7), Markovic (4) y Golubovic (2).

Árbitros: Ankarali (TUR), Jovcic (SRB) y Taurino (ITA).

Incidencias: Partido correspondiente a la octava jornada del Top-16 de la Euroliga disputado en el Pabellón de la Paz y la Amistad de Atenas ante 7.000 espectadores.

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