Mucho se habla en los últimos días de la posibilidad de que Málaga vuelva a ser sede de la Copa del Rey. Los contactos son intensos entre los principales actores políticos de la ciudad y los gerifaltes de la ACB. A día de hoy, según apuntan fuentes de la negociación, la sintonía es buena. Se trabaja en un escenario principal, la Copa de la próxima temporada, aunque también está el as en la manga de la siguiente en caso de que no pueda ser la idea inicial. Bien en 2017, bien en 2018, todo apunta a que fraguará el acuerdo.

Que el feeling entre las instituciones y la liga sea bueno no garantiza el éxito. Por ahí anda también bien colocado el Gran Canaria, que igualmente está poniendo toda la carne en el asador -más aún después de su reciente conquista de la Supercopa sorprendiendo al Barcelona-.

No obstante, las mismas fuentes apuntan a que no habrá mucha más intriga, y que esta misma semana se sabrá si la Copa viaja a la Costa del Sol o a las islas por una cuestión puramente logística -habría que comenzar la venta de entrada, organización hotelera y de infraestructuras-. Las tres instituciones de la ciudad están de acuerdo y mantienen una actitud positiva para que Málaga sea finalmente la elegida.

A la espera de la comunicación formal, tanto la ciudad como el Unicaja podrían ver cómo por cuarta vez se celebra el torneo del k.o. aquí. En primera lugar, vino en 2001, cuando el Barcelona se la llevó con la eclosión del fenómeno Pau Gasol. Hubo que esperar hasta 2007 para que regresara la competición. Y recientemente, en 2014, se completó la triada malagueña. De confirmarse esta o la próxima edición aquí, Málaga se erigiría como una de las sedes favoritas en la historia reciente de la Copa del Rey.