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Poco corazón y menos cabeza (92-88)

  • El Betis deja escapar en Burgos la posibilidad de salir del descenso y se hunde más al perder un partido que ganaba por 10 puntos en el cuarto acto

  • En la prórroga decidió la mayor ambición local ante un rival tocado

Un lance del partido del Betis E. Plus.

Un lance del partido del Betis E. Plus. / EFE

El Betis Energía Plus se dejó la posibilidad no sólo de sumar un triunfo más, sino de salir del descenso, pero le fallaron las fuerzas, la ambición, el corazón y la cabeza en los momentos decisivos y acabó perdiendo por 92-88 un envite que tenía en sus manos. Que estaba ganado. ¿Cómo explicar una derrota ante un rival directo cuando en el cuarto cuarto el equipo ganaba por diez puntos? Hay varias circunstancias, todas relacionadas. Los problemas en el rebote del conjunto verdiblanco dieron demasiadas segundas opciones a un rival que nunca dejó de creer en el triunfo. Todos. Los que juegan más y los que juegan menos al contrario que una plantilla sevillana en la que la escasa rotación hizo que alguno llegara a la prórroga casi sin aliento.

Pero bien pudo Óscar Quintana evitar que el duelo se resolviera en el tiempo extra. Entró en los últimos 10 minutos ganando por 52-63 tras un triple de Franch y a falta de siete minutos Schilb colocó el 57-67. Edu Martínez y Deon Thompson levantaron a los locales que, punto a punto, aprovechando las facilidades que el Betis le daba atrás (triples de Gailius y Thompson, por ejemplo, completamente solos), empató el choque 78-78 (tras un 72-78) con otros dos lanzamientos seguidos desde más allá de la línea de los 6,75 metros. El primero de Gailius, que aprovechó los despistes de los béticos en la zona 2-3 que mandó el técnico, algo que no había hecho en todo el encuentro. Curioso. El segundo de Edu Martínez y el Coliseum estalló. Ahí ganó el duelo el cuadro local. Kelly, sin embargo, acertó desde la personal y el Burgos atacaba con 24 segundos para el final del duelo. Quintana apostó por defender en vez de hacer falta a un Fisher que subía el balón y que llevaba 2/4 en tiros libres. Un Fisher que en la temporada llevaba un 67% de efectividad desde ese punto. Incomprensible. Aun empatando al Betis le hubiese quedado tiempo para armar un buen ataque.

Pero Quintana apostó por defender cuando los suyos atrás estaban haciendo aguas y Deon Thompson empató el partido. Lo esperado. Schilb se la jugó con un lanzamiento lejano pero erró y el duelo se fue a la prórroga. El partido estaba perdido porque el Burgos, que venía desde atrás, sí que creía en el triunfo y el cuadro sevillano jugaba con la sensación ya de que había dejado escapar la victoria. Y así fue, porque en el tiempo extra los locales jugaban con más ambición. Schilb decidió echarse al equipo a su espalda y con un triple puso el 87-88, pero se llenó de balón. Aun cansado, se jugó dos tiros más horribles sin que nadie desde el banquillo le dijese que había que mover el balón y buscar alguna mejor opción por dentro con Golubovic, que dominó en el tercer cuarto. Tras la canasta de Sebas Saiz Schilb de nuevo se hartó de balón y le dio un marrón a Nelson con sólo res segundos de posesión. El británico perdió la bola. Fisher, al que Quintana no quiso hacer falta en la última acción del tiempo reglamentario, falló uno de los dos tiros libres, pero Draper se jugó un melón en el último ataque y erró el triple permitiendo al Burgos salir del descenso y hundir al Betis.

Duro palo para el conjunto sevillano, que venía mostrando buenas sensaciones en los últimos partidos pero que no pudo con la peor defensa de la Liga en un duelo histórico en el que uno y otro se encontraban por primera vez en de historia frente a frente. Un duelo inédito y de urgencias. Un choque con premio, que se llevaron los locales.

Empezó bien el Betis en el caliente Coliseum de Burgos. El frío de fuera lo convertían los más de 9.000 aficionados locales en una olla a presión dentro del recinto, pero la lucha por dentro de Anosike aplacaron el rugido inicial desde la grada. Diego Epifanio, técnico burgalés, tuvo que llamar a filas a los suyos con el 7-14 y el partido cambió. Un parcial de 22-4 hizo explotar al pabellón poniendo el 29-18 en el marcador.Las alarmas en el banquillo verdiblanco se encendieron. Tardaron, porque Quintana seguía dejando jugar a los suyos. A sus cinco titulares, a los que sólo Iván Cruz y Mikel Úriz dieron un descanso en el primer cuarto, aunque con el base en pista comenzó la reacción del Burgos. El ataque se colapsó, ante la peor defensa de la liga, y atrás se dejó de bajar el culo para permitir al rival endosarle un parcial de 22-4 que bien pudo ser definitivo.

Pero este Betis, pese a ser muy irregular y conceder grandes parciales, no es de los que bajen los brazos. Al contrario, ha desarrollado una capacidad para reponerse que hace preguntarse a cualquiera por qué tiene que verse contra las cuerdas para reaccionar. Le devolvió el parcial con un 1-17 con Schilb mandando en el juego y entre Kelly y Golubovic marcaron diferencias en el tercer cuarto, pese a conceder muchos tiros liberados a los contrarios. Demasiados. Y rebotes ofensivos. No sólo se gana por talento en ataque, sino por presión y piernas atrás y de eso le falta mucho a este Betis. Un Betis que sigue colista porque en Burgos le faltó corazón y cabeza.

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