Bienal de Flamenco

Más difícil todavía

  • El que hoy tiene el placer de describir un acto social tan relevante como la actuación del maestro Cañizares, dentro de la programación de la actual Bienal de flamenco de Sevilla, no es más que un humilde músico, engatusado por la necesidad del artista (y el jefe cronista) de tener reseña de su actuación.

Tengo forzosamente que resaltar que este poder que ahora se me ha concedido es del todo banal y filibustero, y que por tanto debo transmitir mi más sincero respeto a todo aquel que se sube a unas tablas.

El maestro Cañizares acudió a su cita a la hora designada y con el aforo por llenar, hecho bastante extraño, ya que según la organización estaba colgado el cartel de no hay billetes. Comenzó la tanda con una de sus piezas más personales, Como dos niños por colombianas, a la cual atavió con un preludio magistral, rebozante de melodía, descrita con ese tremoleado sensual y tan característico de su toque. Seguidamente, y ya con la incorporación del que para mí fue una de las revelaciones de la noche (el percusionista Rafa Villalba) se adentró no sin esfuerzo y mucho pundonor en un popurrí de cosecha propia por bulerías. Otra de las grandes incorporaciones se produjo en el Zapateado Se alza la luna, donde el bailaor Ángel Muñoz se mostró firme, con una estética de cintura para arriba casi perfecta y con un virtuosismo rítmico propio para el momento, no obstante cabría resaltar el acompañamiento delicado y sinuoso de la guitarra de acompañamiento, realizada por el guitarrista Juan Carlos Gómez.

A partir de este punto es donde el concierto se convierte, quizás, en una demostración de técnica, impresionante, eso sí, pero a mi forma de entender reiterativa, abusando de los picados que tan maravillosamente realiza. Llego a dicha conclusión, a través de la falta de palos más flamencos y menos comerciales. Me quedé sin duda con ganas de escuchar al maestro por soléa, por seguiriya, por tarantas, palos éstos en los que tiene mucho que decir. Quizás erró en su planteamiento y optó por la formula más comercial, y para mí menos atractiva. No obstante, el antepenúltimo toque por alegrías fue digno de ser bailado, como así fue, y para los flamencos nos sirvió como recordatorio de las formas flamencas, de las que sin duda el maestro Cañizares es uno de los grandes baluartes en la actualidad. Para terminar ésta mi primera aparición pública como cronista, debo resaltar la gran capacidad artística de este maestro de la guitarra que es Juan Manuel Cañizares.

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