La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Como uno de los nuestros

¿Cuántos deberán morir antes de que se reconozca que estamos ante una guerra sin precedentes en Europa?

Salman Abedi, 22 años, nacido en Manchester, hijo de un matrimonio libio al que Inglaterra dio asilo cuando huían de Gadafi, lo ha agradecido asesinando a 22 niños y jóvenes ingleses e hiriendo a 59 al suicidarse activando una bomba casera rellena con clavos y tuercas. Ha sucedido en Manchester como sucedió antes en Madrid, en Londres, en París, en Niza, en Bruselas o en Berlín. Y como seguirá pasando. Las autoridades repetirán que tenemos que aprender a convivir con esto (lo que me parece intolerable) y, pese a que estas matanzas siempre se han llevado a cabo en nombre del Islam, se dirá que esto no tiene nada que ver con el "verdadero" Islam. Los millones de musulmanes que viven en Europa como inmigrantes, refugiados o ciudadanos europeos de pleno derecho se pronunciarán tibiamente o ni tan siquiera lo harán. Dudo, porque nunca las ha habido, que los musulmanes europeos organicen manifestaciones multitudinarias de repulsa. Y las matanzas volverán a repetirse hasta que sea demasiado tarde para impedir que sus atroces crímenes produzcan el efecto que los terroristas buscan: que el asesinato de europeos erosione los valores y formas de vida europeos si la torpeza, cautela, miedo o prudencia -elijan lo que prefieran- de las autoridades sigue engordando una extrema derecha que solo crece cuando la abonan el miedo y el odio.

La misma madrugada de la matanza de Manchester la Policía detenía en Madrid a dos marroquíes que, según Interior, constituían una "célula terrorista especializada en realizar la yihad electrónica" y se encontraban en un "avanzado y peligroso proceso de radicalización" que los hacía susceptibles de convertirse en terroristas suicidas. Hace 15 días policías españoles y marroquíes detuvieron a tres yihadistas -dos en Badalona y Salou y uno en Tánger- dispuestos a viajar a Siria. Hace un mes se detuvo a otros en Ceuta, Alicante y Barcelona. La Policía europea y marroquí trabaja incansablemente. Sería injusto negarlo. Pero no basta. Ante esta situación excepcional deben tomarse medidas también excepcionales. En caso contrario la excepcionalidad se impondrá por sí misma.

La normalidad que tanto se invoca como respuesta al terror solo puede mantenerse si se lucha abiertamente contra un enemigo concreto. Los ingleses podían tomar el té de las cinco durante los bombardeos porque su país luchaba contra Alemania. Pero los nazis no estaban entre ellos, como uno de ellos. El EI, sí.

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