Comparsa

El perro andalú

En la final

Los perros muerden con toda su rabia para despertar al público. Dos años seguidos cerrando la Gran Final, pero con un resultado diferente. Un repertorio sobre la tierra andaluza no se puede cerrar sin un recuerdo a la figura del charnego en Cataluña. Lo hacen con un primer pasodoble de reproche a una nueva generación de emigrantes que defiende la independencia de la región catalana y que critica a los andaluces al ponerlos de "ladrones" que se dedican a "chupar de las subvenciones". Por eso, le recuerdan las palabras de su abuelo, que "se fue a vivir sin cartera, pero no sin corazón". Para cerrar el Concurso, Martínez Ares le dedica un homenaje intimista a Paco Alba. Una conversación que se produce antes de ir a cantar al Falla unos perros que "aullamos por ti". El Trinchera regresa a la comparsa de Martínez Ares en un buen segundo cuplé -con un tirito a Ángel Subiela-. Un poco soso el primero a un pueblo de Alicante que debe quitar una cruz franquista y su propuesta para que pongan un McDonald's para que los fachas tengan su franquicia.

En semifinales

Perros que llegan mordiendo para soltar toda su rabia. Una furia para romper con todos los tópicos de Andalucía. Una profunda reflexión en la presentación y en el popurrí que es lo que más brilla del repertorio. Emoción y dureza en los pasodobles, que mejoran los de cuartos de final pero no terminan de rematar la faena al completo. En el primero, dentro de un tema complicado como el cáncer infantil que lleva al sentimentalismo, luce más el mensaje positivo de la conversación entre el niño enfermo y la madre. Cuando el médico le da malas noticias a la madre, le recuerda que el niño es el más valiente, por lo que tiene que pintar con colores bonitos como él. Leñazo en la segunda copla al PSOE, a Felipe González y a Susana Díaz en prime time del Concurso, demostrando Martínez Ares hasta dónde es capaz de llegar cuando se enrabieta. Por una Andalucía a la que "nos habéis robado todo" dejan de llevar la rosa obrera en el corazón y esperan que se muera a la derecha para "recordar tu traición". En los cuplés, vuelven a tener el problema de ser mejor el desarrollo que el remate por la música. Flojete el primero a la botella de agua que compran en un restaurante minimalista en Madrid antes de viajar a Cádiz, que se la beben mojándose los labios con una gasa para no malgastarla. Los injertos de pelo en Turquía protagonizan un segundo cuplé con más tino al traer su primo siete bellotas de hachís al conseguir pasarlas por los pelos.

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En cuartos

Las coplas. Una comparsa que muerde ante los tópicos con los que se maltrata a Andalucía. La furia más loca contra esa España que la trata con inferioridad. Una potencia interpretativa que atrapa desde la presentación, con su actual estilo inalterable, pero más amoldado en el pasodoble, que brilla más cuando se vuelve dulce. Una rabia que estalla en la primera letra al hacer una férrea defensa del habla andaluza frente a los castellanitos que no son capaces de seguir nuestro acento. Un dialecto que se adapta al día a día por evolucionar con sabiduría, por lo que el castellano se mantiene con vida "por paletos como yo", lo que les lleva a preguntarse si los incultos son otros. En una modalidad muy apretada, baja un poco el nivel de la actuación con la segunda copla al contar una historia demasiado rebuscada de un cura que le confiesa a Dios que ha encontrado el amor en una mujer que se llama María. Una denuncia a una Iglesia que no deja que se enamore pero que tapa a los violadores. Cuplés en la media de la modalidad, resaltando un poco el primero a la búsqueda de un cupletero, eligiendo a Puigdemont porque ha dado muchas ideas. Regulera el segundo a uno de Cádiz que va al programa Cámbiame. El final del popurrí nos hace llegar al éxtasis.

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En preliminares

El tipo. Alegoría de los males de Andalucía. las coplas. Un perro lleno de rabia. Un andaluz que ya se cansó de los tópicos y que se rebela ante lo que piensan de él en el resto de España. Potente, pero mucho más comedida. Una idea más compleja en escena, pero más directa en las coplas. La furia se desata en una excelsa presentación. Aunque sigue patente el nuevo estilo de Martínez Ares, sí le da un cambio al pasodoble desde el trío, mucho más melódico y que, esta vez, entra a la primera. En el debe, el poco riesgo en las letras -se empieza a concursar en cuartos-. En la primera, los andaluces siguen agarrados a su cruz desde que nacen a partir de toda la terminología relacionada con la Semana Santa. La segunda suena más a pasodoble de presentación al contar el autor sus desvelos por la llegada del momento en el que la afición ya no quiera sus coplas. El trámite llega a los cuplés. Teófila y Kichi se ponen de acuerdo en el primero en que les gusta Rocío Jurado, mientras que en el segundo Bertín Osborne sabe hacer anuncios de mejillones por todos los que se ha comido. El popurrí va de menos a más y acaba pletórico al despojarse de todos los males de Andalucía.

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La previa

La cabeza de serie de la décima función del Concurso del Gran Teatro Falla es la comparsa de Antonio Martínez Ares. Su regreso a las tablas ha sido más que triunfal, ya que ha enlazado el primer premio de 'Los cobardes' con el segundo que consiguió en la pasada edición con 'La eternidad'. Se incorpora al grupo el cantante gaditano Miguel Nández, un refuerzo de lujo para una agrupación que aspira a todo. 

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