los minions. Animación, Estados Unidos, 2015, 87 min. Dirección: Kyle Balda, Pierre Coffin. Guión: Brian Lynch. Música: Heitor Pereira. Con las voces de: Alexandra Jiménez, Quim Gutiérrez, Floretino Fernández.

Resulta imposible resistirse al encanto de los Minions, pequeñas criaturas amarillas de lenguaje (casi) ininteligible y expresivos ojos (con gafas) salidas de aquella Gru, mi villano favorito con la que Illumination Studios/Universal se sumaba a la competencia por el gran pastel de la audiencia infantil de la primera línea de la animación 3D.

Su propio diseño dispuesto para el slapstick invita ya a las primeras de cambio a la fiesta, más aún si, como se han propuesto sus guionistas y creadores, la existencia de los minions se remonta a la Edad de Piedra y ha atravesado los momentos estelares de la Humanidad (Napoleón incluido) como tropa fiel y servil a los mayores villanos de la Historia.

Tras un brillante prólogo de presentación y síntesis, Los Minions se lanza a una aventura planetaria en pleno 1968 (adultos, preparen su memoria o sus conocimientos) que nos lleva desde una delirante Convención de Villanos en Orlando, Florida, al mismísimo swinging London de los pantalones campana, Abbey Road y las Joyas de la Corona, objetivo de la maléfica Scarlett Overkill, a la que nuestros amarillos y heroicos protagonistas pretenden servir hasta descubrir in extremis a un mejor postor.

Kyle Balda y Pierre Coffin agitan la coctelera de la cita, la parodia y el homenaje continuo sin perder de vista las prestaciones cómicas visuales y primitivas de sus protagonistas, capaces en su limitada fisonomía de ofrecer todo un catálogo de formas del transformismo y la flexibilidad que, unidas al singular idioma híbrido y pitúfico que les caracteriza, hacen de este filme animado una de las fiestas más locas y divertidas que probablemente puedan verse este verano en una pantalla.