Aunque algunos empezaron desde el sábado por la tarde. Fue el domingo de pasión, que es como se conoce al quinto de cuaresma, el día en el que hasta una veintena de besamanos y besapiés tuvieron cabida en nuestras iglesias.

La mañana fue de ir y venir aunque en menos caudal humano, ya que el público se repartía entre el partido del Betis y el pregón. Además las misas de hermandad en casi todos los templos retrayeron un poco al público que salió en gran número en la sobremesa.

Grandes colas en las puertas y dentro de los templos fue el símbolo de que los sevillanos y cofrades cuentan las horas que faltan para el domingo de ramos.