cómics

El hombre del tiempo

  • En 'Mort Cinder', de Héctor G. Oesterheld, iniciaremos un viaje junto a un apasionante personaje a través de diferentes épocas

Viñetas del volumen.

Viñetas del volumen.

Hablar sobre el guionista y escritor argentino Héctor G. Oesterheld es nombrar a uno de los pilares maestros de la Historieta argentina. Ensayista, editor y genial creador de personajes (Sargento Kirk, Ernie Pike, El Eternauta, Sherlock Time…) que marcaron, y siguen haciéndolo, a generaciones de lectores de cómics. Su Eternauta, junto al dibujante José Solano López, es el Gran personaje de la viñeta argentina, consiguiendo en una sola obra conjugar un argumento de ciencia ficción que surge de la cotidianidad, desarrollándose en las calles de Buenos Aires y no quedándose ahí, ya que contiene una lectura, un mensaje que refleja la situación política y social de la Argentina de los años setenta, atrapada entre las garras de la dictadura militar.

Y precisamente, si se ha de hablar de Oesterheld, es inevitable y necesario comentar su activismo político, convicciones que lo condujeron, debido a la intransigencia y la férrea censura, a ser víctima de la tragedia más absoluta, ya que tanto él como sus cuatro hijas forman parte de esa gris lista de desaparecidos perteneciente al régimen dictatorial.

Una vez hecha esta breve introducción, tan sólo queda alegrarse porque la editorial Astiberri recupera, en todo su esplendor, una de las obras cumbre de Oesterheld, Mort Cinder, esta vez acompañado por otro de los grandes de la viñeta, Alberto Breccia (Los Mitos de Cthulhu, Busacavidas, Perramus…). Y lo hace de la mejor forma que se puede recuperar, reeditar, sirviéndose en la mayor parte del proceso de las páginas originales de la obra y, y en el caso de no poder contar con ellas, de las mejores reproducciones de éstas.

Pero, ¿Quién es el hombre que da nombre a este cómic?, ¿Quién es Mort Cinder? Curiosamente, al igual que en El Eternauta, Oesterheld se sirve de un presentador, un puente narrativo, testigo de unos extraños hechos. Se trata de un anciano, el anticuario británico Ezra Winston, que en su pequeño negocio ve pasar los días, disfrutando de la monotonía.

Pero ésta se va a ver completamente fragmentada en el momento en el que en su tienda reciba dos objetos, un antiquísimo espejo egipcio y, sobre todo, un amuleto. Una extraña marca en su mano lo va a conducir, a través de una pesadilla en la que es perseguido, a un pueblo llamado Mertonville. Será allí, en su camposanto, donde conozca al que va a ser su eterno compañero a partir de entonces, el enjuto y misterioso Mort Cinder, al cual siguen la pista los crueles hombres con "ojos de plomo".

El misterio de la situación será resuelto cuando visiten a un megalomaniaco doctor, que les desvelará su verdaderos planes (remitiéndonos una vez más a la sublectura que se ofrecía en El Eternauta, la de las masas hipnotizadas por el poder…) y, a la vez, seremos testigos junto a Ezra del porqué de esta auténtica "caza del hombre". Y es que Mort Cinder no es un humano normal, posee la cualidad de volver de la muerte, lo que lo ha llevado a protagonizar y presenciar hechos en infinidad de épocas diferentes.

Viajaremos junto a él al a los sangrientos campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, donde Oesterheld nos muestra la oscuridad, la cobardía que se esconde en el corazón del ser humano. Historias éstas sin moraleja, que tan sólo nos muestran lo mejor y lo peor del hombre.

La Torre de Babel; una temible penitenciaría llamada Blue Dove; la maldición de un vitral; Rayo de luna, un barco negrero donde Cinder conocerá la amistad; regreso al más misterioso Egipto y, finalmente, una de las batallas más famosas de todos los tiempos, Las Termópilas. Otra visión, muy diferente, por ejemplo, a la que nos regaló Frank Miller con su 300, otro de los grandes del Noveno Arte… Diferentes y variados escenarios en los que Mort Cinder ha estado, convirtiéndolo en el hombre que es.

Pero este cómic no sería la joya que es sin la aportación gráfica de un genio llamado Alberto Breccia. Artista uruguayo, eterno experimentador, que se vuelca en la página en blanco y, utilizando diferentes técnicas, saca las sombras, un blanco y negro arrebatador, que te deja pasmado. Rostros angulosos, líneas que marcan los surcos de lo sufrido en las carnes de los personajes, convirtiendo a esta obra en una referencia, un espejo en el que reflejarse para todos aquellos que quieran dedicarse a la ilustración. Genialidad absoluta.

Como tocados por una invisible varita mágica, la unión de estos dos Maestros (cada uno en su terreno) desemboca en la creación de una obra hipnótica, tanto por lo que cuenta y cómo es contado. En pocas ocasiones, se ha rayado tanto la perfección en un tebeo.

Este imprescindible volumen viene rematado por un guion de Hector G. Oesterheld que no llegó a ser plasmado en viñetas, un extra que redondea la publicación de esta obra en nuestro país.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios