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El rey Hulk

  • La obra aspira a convertirse en la mejor aventura contemporánea del gigante verde, con un gran arco argumental publicado entre 2006 y 2007

El gigante verde, en una de las imágenes de 'Planeta Hulk'.

El gigante verde, en una de las imágenes de 'Planeta Hulk'.

Cuando yo era niño, coleccionaba todos los cómics Marvel que podía, menos La Masa. Con mi limitado presupuesto, tenía tres o cuatro series fijas e iba picando del resto. Me hacía con los números o las temporadas que más me llamaban la atención de los títulos que no seguía regularmente, de modo que estaba al día de lo que iba sucediendo en todos ellos. No sentía necesidad de leer La Masa, que es como se llamaba entonces a Hulk, porque sus aventuras discurrían un poco al margen del argumento general de Marvel y seguían un esquema circular, fijo y aburrido. Por aquel entonces, en la década de los 70, Hulk era el proverbial monstruo sin cerebro que huía del ejército, aplastando tanques y rechazando proyectiles. Le acosaban también otros monstruos creados por la radiación gamma, robots o supervillanos de medio pelo que poco tenían que hacer frente a la fuerza bruta y la inagotable resistencia del protagonista. Era algo así como la versión Marvel de un espectáculo de lucha libre. Todo cambió en agosto de 1983, cuando alguien me regaló para mi cumpleaños el número 15 del volumen 1 de La Masa, editado por Cómics Forum.

En aquel tebeo, escrito por Bill Mantlo y dibujado por Sal Buscema, con hermosas tintas de Joe Sinnot, Hulk se enfrentaba a los U-Foes, una extraña variación de Los Cuatro Fantásticos. Para mi sorpresa, asomaba por allí la plana mayor de Marvel: la Primera Familia, Los Vengadores, Los Defensores, el Profesor-X, Námor, Daredevil, Spiderman y hasta un par de supergrupos internacionales que apenas conocía, Alpha Flight y los Supersoldados Soviéticos. Aparecía también Bereet, una directora de cine alienígena que había visto en algún número del magacín The RampagingHulk! No había soldados recibiendo estopa y, lo más importante, Bruce Banner no estaba sometido al monstruo, sino que podía transformarse en él a voluntad. Todo en aquel cómic me resultaba nuevo e inesperado, y me puse como loco a buscar los números anteriores. Y a coleccionar, claro está, los siguientes.

Si tuviese que seleccionar una sola etapa de la larga trayectoria de Hulk, probablemente elegiría la de Peter David a los guiones, esto es, la década gloriosa que comenzó en 1987 y que redefinió para siempre al personaje. El trabajo de David es ambicioso, divertido y sorprendente, lleno de matices. Pero mentiría si no admito la devoción que profeso por el Hulk de Mantlo y Buscema. Estos dos tomaron una serie aparentemente anodina y la enriquecieron, poblándola de conceptos y situaciones que aún hoy siguen vigentes. Su influencia es más que notoria en el desarrollo de Planeta Hulk, el tremendo arco argumental de Greg Pak y compañía publicado entre 2006 y 2007. En los prolegómenos de Civil War, Hulk es desterrado por los Illuminati a un planeta belicoso en el que se abrirá violentamente paso hasta convertirse en el nuevo rey. Un espectáculo con dibujos de Carlo Pagulayan y Aaron Lopresti, entre otros, que Panini ha recopilado en un solo tomo de su colección Marvel Integral y que aspira a ser la mejor aventura contemporánea del gigante verde.

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