Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Mariano Rajoy aprovechó su presencia en el Oratorio de San Felipe para dejar claro que él no es partidario de reformar la Constitución porque no está del todo claro qué artículos habría que cambiar, por qué y con qué objetivo. Algunos parecen tener mucha prisa, pero ni siquiera los socialistas pactan su propio modelo territorial, por lo que no convendría precipitarse. También avisó de que se volverá a aplicar el 155 si Quin Torra es finalmente investido president e incumple la ley. Eso sí, respecto a la afición de este buen señor por insultar al resto de los españoles, el líder del PP se mordió la lengua para reseñar que "lo juzgaremos por sus hechos". A muchos les habría encantado oír que no se piensa sentar a dialogar con un títere manejado por Puigdemont, pero Rajoy dejó la mano tendida al diálogo, siempre que se respete la Ley.

La pregunta que muchos se hacían en el Oratorio es cómo hemos llegado hasta aquí. Cómo es posible que se hayan desbocado las autonomías hasta el extremo que representa el desvarío secesionista catalán. Los catalanes más radicales siempre han apostado por su hecho diferencial, empezando por su bandera y la lengua, pero lo cierto es que, salvo el Ejército, la moneda y el aeropuerto, poco más se les puede ceder para que sacien su sed de máximo autogobierno. El Estado abandonó sus posiciones en las comunidades hace tanto tiempo, que hasta se nos olvida lo esencial. Sin ir más lejos, la primera autoridad del Estado en Andalucía es Susana Díaz, aunque algunos pudieran pensar que es Antonio Sanz, al ser el delegado del Gobierno en la comunidad. Nos hemos acostumbrado a hablar con tanta naturalidad de la presidenta de la Junta o de la Xunta o de la Generalitat, que a veces no caemos en lo más básico. El Estado cada vez es más invisible. Cualquier oficina de la Junta de tres al cuarto se anuncia en las falladas de los edificios con dos y tres placas. Europa, allá donde pone un euro, pongamos por caso, para la agricultura y la cohesión entre territorios, también exige su bandera y su logotipo detrás, al margen de una buena campaña de comunicación, precisamente para proyectar su imagen. El Estado hace tiempo que dejó esto en manos de las comunidades y así le va.

En estos tiempos tan crispados convendría una buena reflexión a propósito de todo ello, de modelo territorial y de competencias, y quizá sean los socialistas y los populares los que no ven claro que tienen una penúltima oportunidad de aparecer ante la sociedad como la solución y no como un problema. Podemos y Ciudadanos han llegado para quedarse, y o PP y PSOE se entienden o les irá mal a ambos. Los socialistas no lo tienen fácil. Por mucho que quieran, no pueden ser más duros que los podemitas dándole cera a Rajoy porque no se puede gritar más alto que ellos. Y para sacar las castañas del fuego al Ejecutivo se ha situado Ciudadanos, sin renunciar a su papel de Pepito Grillo. El PP ha de darle todas las facilidades al PSOE si quiere sacar adelante pactos tan elementales como el de educación y financiación. Les va la vida a ambos, porque las urnas han hablado alto y claro: más diálogo y más consenso. El ambiente no deja lugar a dudas.

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