Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

EL mazazo que recibieron los 34.000 vecinos de Guillén Moreno, La Paz, Loreto, Puntales, Cerro del Moro y Segunda Aguada al comprobar cómo se esfumaban los 15 millones de la EDUSI que iban a mejorar sus condiciones de vida sólo puede compararse al fuerte varapalo que sufrieron tras conocer las claves por las que fue rechazado el proyecto gaditano. Ni la diosa Fortuna ni la mala suerte tuvieron que ver con el destino de los 15 millones. El desastre partió del abandono y la dejadez. Y si hay algo que no se puede perdonar a un gobierno inexperto es la falta de interés cuando están en juego las cosas de comer. Máxime cuando la falta de conocimiento sobre el terreno era tan notable. Pero lejos de actuar con humildad, Podemos y Ganar Cádiz entraron como elefante en cacharrería y cambiaron la propuesta original sobre la marcha a fin de actuar en todos los barrios a la vez. Fue un auténtico disparate defendido por la todavía concejal de Fomento, Laura Jiménez, que echó por tierra todo el trabajo realizado para exhibir su liderazgo. Ahí quedó eso. Poco después tuvieron que dar marcha atrás para retomar el proyecto inicial, pero fue lo de menos. Lo hicieron como si nada y sin abandonar el pasotismo, como se demostró con la ausencia del propio alcalde, José María González, en la comisión de Presidencia que daría luz verde a la EDUSI. Igual ya intuía que algo iba mal, ¿quién sabe?

Para rematar el proyecto del todo, el revanchismo y el sectarismo de Podemos también se impusieron al apartar a la gerente de la IFEF -cuya eficacia estaba más que contrastada- para colocar en su lugar a un nuevo responsable, que llegaría tan sólo a un mes escaso de que concluyera el plazo para presentar la estrategia. Ole. Esto sin olvidar un pequeño detalle: desde el primer día, el equipo de gobierno intentó liquidar el Instituto de Fomento, Empleo y Formación por lo civil o lo criminal. Cierto que se lo pensó mejor con el paso del tiempo -de nuevo tocaba recular- pero el daño ya estaba hecho. Al final, el trabajo lo entregó un equipo bien distinto al que lo inició con el resultado ya conocido por todos. Suspenso. La osadía llevó a Podemos a olvidarse hasta de la participación ciudadana. Para una vez que tenía todo el sentido consultar a los vecinos resulta que se les olvida.

Lo que no se le puede negar a este gobierno es su extraordinaria capacidad para dejarlo todo para última hora y dar marcha atrás cada dos por tres. En su jerga, 'no' siempre quiere decir 'ya se verá'. No sólo ocurrió con la EDUSI, con los chiringuitos también ha esperado al tiempo de descuento para negociar una salida con la Junta de Andalucía, toda vez que ésta, tras concederle todo el tiempo del mundo, se negó a dar un nuevo permiso extraordinario para que abran en invierno. Si Podemos no se hubiese pasado un año sin mover un papel tal vez su apelación a los posibles daños a terceros habría gozado de más crédito. Ahora ha de ceder exigido por el calendario y la presión, de ahí que esta vez se ahorre los calificativos como "macarra" contra la Administración autonómica y baje el tono para entrar en razón. También buscará un acuerdo con los promotores de una clínica privada en la Zona Franca después de cerrarse en banda en el primer instante. Y a este paso, es más que probable que muy pronto tenga que admitir que la prometida remunicipalización de las empresas municipales como las de socorrismo y la de limpieza de playas, por citar sólo dos de las diez que tiene en mente ese año, no será posible por ahora.

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