El PP de Cádiz, todo corazón, ha repescado una vez más a Enrique Moresco, esa gran promesa que fuera alcalde de El Puerto. Tras dejar su impronta como asesor de confianza en la Diputación y en la Zona Franca, Moresco aterriza ahora en la Subdelegación del Gobierno, donde ejercerá de asesor del subdelegado, Agustín Muñoz. Por sus méritos y su dilatada experiencia, asumirá las funciones de jefe de gabinete de Muñoz relevando a Sebastián Ruiz. Quien fuera senador popular ha renunciado tras ser acusado por la Fiscalía en un caso de enchufismo. Los populares le tienen en gran estima, pero no quieren empañar la imagen de la Subdelegación con un presunto prevaricador y, por si las moscas, no han tenido mejor idea que colocar a otro compromiso del partido en su lugar, para dar ejemplo.

Hay que agradecerle al PP que destaque en privado que Enrique Moresco no tiene causas pendientes, porque habría resultado embarazoso que sustituyera a Ruiz por un delincuente habitual. Moresco, como persona, al igual que Ruiz, siempre ha mantenido una conducta intachable, otra cosa es que ambos, como políticos, carezcan de carisma. El ex alcalde portuense, según dicen, es una persona muy valorada en el partido, de ahí que le invitaran amablemente a dejar la Alcaldía cuando las encuestas se torcieron. Conviene recordar que el ilustre asesor recaló en el PP tras abandonar las filas de Independientes Portuenses, en una operación criticada por la oposición como claro ejemplo de transfuguismo. Pero el PP, lejos de encogerse ante un ejercicio tan frecuente como innoble, no lo pensó dos veces y fue el propio presidente, Antonio Sanz, su gran avalista. El único misterio por resolver es si el partido le recoloca por los favores prestados o porque Moresco tiene un muerto del PP enterrado en su jardín. Quién sabe, igual se debe a su brillante currículum.

Por fortuna, una eminencia en la materia ha puesto las cosas en su sitio. La denuncia más ácida llegó desde el PSOE como un rayo a través de su secretaria de Organización, Araceli Maese, quien acusa al PP de utilizar la Subdelegación como una agencia de colocación para amiguetes. Maese sabe tela del asunto porque los socialistas también han inaugurado muchísimas agencias en las que, a día de hoy y pese a la crisis, siguen dando acomodo a sus colegas sin mover un músculo de la cara. Qué alegría más grande.

Los incautos se atreven a denunciar la osadía con que los políticos se reparten los cargos, por no hablar de los que acumulan varios sin que medie la meritocracia. Pero olvidan que si cada dirigente sólo pudiese ocupar un puesto, el número de vacantes sería tan extraordinario que los poderes públicos se verían forzados a imponer la duplicidad por Ley. Hay tanta administración paralela, tantos consejos, fundaciones, observatorios, cámaras, comisiones, juntas e institutos y demás organismos que si el reparto de sillones fuese ecuánime no existiría un ciudadano de a pie que no tuviese que dedicarse al noble arte de la política. Esto sería terrible porque llevaría a desatender el resto de profesiones que mantienen el pulso de un país. ¿Quién se dedicaría al comercio y la industria? ¿Quién ejercería de fontanero y taxista? La clase política es sabia, de ahí que se ocupe de hacernos todo el trabajo sucio. La sensación de impunidad de unos y otros ha de ser tan grande, que ya ni se tapan las vergüenzas y se pasean desnudos sin pudor.

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