De libros

España como encrucijada

  • 'Crónicas de la guerra civil'. Manuel Chaves Nogales. Prólogo de Santos Juliá. Espuela de Plata. Sevilla, 2011. 244 páginas. 20 euros.

Siguiendo con la oportuna recuperación de la obra de Chaves Nogales, Espuela de Plata edita, junto con La defensa de Madrid, las Crónicas de la guerra civil, una antología de artículos, ya publicada en parte, y que recoge un buen número de artículos, escritos entre agosto del 36 y septiembre del 39; vale decir, entre el comienzo de la guerra civil y la víspera de la conflagración mundial. Este dato es significativo, pues el análisis de Chaves Nogales pasa de considerar la sublevación como una burda escaramuza militar, heredera de aquellos espadones del XIX y del golpe fallido de Sanjurjo, a contemplar la guerra civil como el producto de la confrontación, en tierra ibérica, de las dos grandes tiranías que amenazaban el siglo: el fascismo y el comunismo.

Ésa es, precisamente, la singularidad que Santos Juliá destaca en las páginas que abren este volumen: la insistencia, quizá excesiva, con la que Chaves Nogales culpabiliza de la guerra civil a los imperios modernos que aquí probaron sus estrategias y armas. Fueron muchos los que, como Nogales o Machado, señalaron la trágica posición española en el damero internacional; posición que conduce, paradójicamente, a la no intervención de las potencias aliadas y a la creciente dotación de ayuda foránea. En este sentido, puede resultar ingenua la propuesta de una mediación, de un plebiscito, formulada en noviembre de 1938. En aquel artículo, Chaves Nogales aducía que los combatientes ya no luchaban por la Revolución o el Imperio, sino por la supervivencia desnuda. Aun así, no es sólo la influencia de las potencias extranjeras la que precipita al país hacia el abismo. El atraso y la desigualdad españolas, su frágil tradición democrática, la violenta palpitación del siglo, se conjuraron para propiciar uno de los más espantosos dramas del siglo XX. La lectura de estas crónicas, crónicas de una ardiente y fatigada veracidad, no nos permiten llevarnos a engaño.

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