De libros

Vida de los muertos

Fantasmas de la China. Lafcadio Hearn. Páginas de Espuma / La Compañía. Madrid, 2011. 157 páginas. 9,90 euros.

Mientras el siglo imaginaba a los invasores de Marte, vagando por el espacio camino de la Tierra, Lord Dunsany o Lafcadio Hearn acudieron a muy otras imaginaciones, fruto de una tradición extraña. El propio cine ha visitado los relatos y novelas de Hearn para obrar el milagro inverso del terror, un terror arcaico e inexorable, hoy tan de moda. La singularidad de estos Fantasmas de la China, en contraposición a los espectros nipones, es su naturaleza melancólica. En al menos dos de ellos, a los relatos me refiero, es la porcelana inerte, o el bronce trémulo de una campana, quien adquiere el alma y la pureza de un ser humano. Esta figura de la piedra vivificada y palpitante se encuentra ya en Tirso, en Bécquer y en el Gautier de La muerta enamorada. En La historia de Ming-Y, sin embargo, es una antigua cortesana, muerta cinco siglos atrás, quien seduce a un joven profesor con melodías y poemas de la dinastía Tang. En cualquier caso, es una belleza crepuscular la que aquí asoma. Una belleza sutil, pálida, temblorosa, cuya cifra resume un concepto de Oriente hoy en desuso. No sabríamos decir en qué medida el imaginario occidental del año 10, su idea del Extremo Oriente, fue obra de Lafcadio Hearn, como antes de Clavijo y Marco Polo.

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