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El duque de Alba que admiró a Tutankhamon

  • Los arqueólogos Myriam Seco y Javier Martínez indagan en un libro en las visitas a España que el descubridor de la tumba del faraón realizó en 1924 y 1928 gracias a su amistad con el aristócrata. Los autores lograron el Premio Manuel Alvar por esta obra

Howard Carter, en los trabajos de limpieza de los ungüentos pegados a un ataúd de la tumba de Tutankhamón.

Howard Carter, en los trabajos de limpieza de los ungüentos pegados a un ataúd de la tumba de Tutankhamón.

"Una momia, primorosamente envuelta, del joven rey, con máscara de oro de expresión triste pero tranquila, simbolizando al gran dios Osiris. Nos hallábamos en presencia de la semejanza de Tutankhamón, hasta ahora conocido solamente de nombre". Con estas palabras, el arqueólogo Howard Carter daba noticia del hallazgo de la tumba del joven faraón a Jacobo Fitz-James Stuart Falcó, decimoséptimo duque de Alba. Aquella carta, firmada el 3 de noviembre de 1925 desde Luxor, es la pista de despegue de todas las lecciones sobre Egipto que vinieron después.

El libro Tutankhamón en España. Howard Carter, el duque de Alba y las conferencias de Madrid rastrea ahora en la relación entre el arqueólogo británico y el aristócrata español, forjada en la amistad y la admiración mutua y revelada en numerosas cartas y encuentros a lo largo de décadas. "Este vínculo situó a España por unos años en la máxima categoría de la egiptología mundial", confiesan sus autores, los arqueólogos Myriam Seco y Javier Martínez Babón, ganadores con esta obra del Premio Manuel Alvar de estudios humanísticos que convoca la Fundación José Manuel Lara.

El encuentro tuvo, además, un importante reflejo público: las conferencias que el descubridor de la tumba de Tutankhamón pronunció en Madrid los días 24 y 26 de noviembre de 1924 y 20 y 22 de mayo de 1928 por invitación de la Residencia de Estudiantes y el Comité Hispano-Inglés, entidad presidida por el duque de Alba. En la primera de las visitas, el conferenciante viajó con todos los gastos pagados, se alojó en el palacio de Liria y cobró 80 libras esterlinas por las dos ponencias. En la segunda también se sabe que se hospedó en la residencia madrileña de la Casa de Alba.

Las conferencias de Howard Carter, ilustradas con diapositivas que se enviaron por valija diplomática desde la embajada de España en Londres, tuvieron un éxito rotundo. "Jamás hubiéramos sospechado que la egiptología tuviera en Madrid tantos adeptos apasionados", escribió un periodista que asistió a la segunda cita programada en 1928. La sala de actos de la Residencia de Estudiantes se quedó pequeña. También el público abarrotó el aforo de los teatros Fontalba, en 1924, y del Princesa, cuatro años después, adonde se trasladó la segunda jornada de las disertaciones del arqueólogo.

Así, intelectuales, aristócratas e incluso el propio rey Alfonso XIII escucharon de viva voz a Howard Carter, quien había protagonizado el mayor descubrimiento de la historia de la arqueología egipcia. Además, la prensa madrileña recogió el enorme respaldo dado a cada una de aquellas intervenciones. También se hicieron eco de la visita algunos medios internacionales. La revista Mercure de France informó con detalle de las novedades presentadas por el arqueólogo y algunos de los eventos sociales en los que participó, como una cena homenaje en el hotel Ritz.

"Aquellas visitas tuvieron un enorme éxito si atendemos a la asistencia de público y a la gran cobertura que le dio la prensa de la época", señalan los autores de Tutankhamón en España, Myriam Seco y Javier Martínez Babón, quienes trabajan en la actualidad en las excavaciones del templo de Millones de Años de Tutmosis III en Luxor. "Lástima que ese impulso no se aprovechara entonces para desarrollar la egiptología en el ámbito académico y universitario, donde siempre se ha prestado más interés a Roma, Grecia o la historia antigua de la península Ibérica", destacan.

En este trabajo, Seco y Martínez Babón han utilizado como principal fuente el archivo de la Casa de Alba, que conserva interesantes documentos sobre el destino de los materiales visuales de Carter, hoy desgraciadamente perdidos. Así fueron muchas las instituciones (universidades, ateneos, centros culturales...) que solicitaron el préstamo de las diapositivas, con algún apunte curioso como lo ocurrido en la localidad asturiana de Llanes. Tal como consta en la documentación, desde allí se presentaron con apenas una semana de diferencia dos solicitudes por separado: una del párroco y otra de una sociedad de obreros.

Pero este periplo de los materiales de Howard Carter por España y América también tuvo algunos problemas, principalmente retrasos injustificados en la devolución. Así lo destacó el duque de Alba en la presentación de la primera de las disertaciones del arqueólogo en 1928: "Las conferencias que han provocado [las diapositivas] se cuentan por muchos cientos, y a más alcanzarían si el entusiasmo de muchas poblaciones que solicitaban el favor del préstamo por contados días no les hubiese llevado a guardar las bellas imágenes durante muchas semanas".

El libro, presentado esta semana en la Fundación Cajasol, propone también un acercamiento sin demasiadas aristas a los protagonistas del episodio: el faraón Tutankhamón, el arqueólogo Howard Carter y el decimoséptimo duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart Falcó, quien visitó de camino a una cacería en África Oriental por primera vez Egipto en 1908. Allí llevó a su mujer de viaje de bodas en 1920 y, trece años después, a su hija Cayetana. La duquesa recordaría este hecho en el transcurso de la conferencia que el egiptólogo Zahi Hawass impartió en 2009 en la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

Finalmente, Tutankhamón en España. Howard Carter, el duque de Alba y las conferencias de Madrid dedica un capítulo al mito de las maldiciones egipcias, que tiene su origen, según sus autores, en las advertencias escritas a la entrada de algunas tumbas contra posibles saqueadores. Utilizado por la literatura europea y americana de tintes góticos en el siglo XIX, el tema fue amplificado por la prensa tras el hallazgo de la tumba de Tutankhamón y el fallecimiento del promotor de las excavaciones, Lord Carnarvon, cinco meses después. "Él había vendido la exclusiva del descubrimiento a The Times, y eso provocó que los demás periódicos recelaran. Tras su muerte, avivaron la leyenda de la maldición", subrayan Seco y Martínez Babón.

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