De libros

La flor que no perece

  • Satori reúne en un volumen titulado 'Una flor' tres relatos de Miyamoto Yuriko que retratan el Japón moderno con sus aciertos, sus errores y, sobre todo, con sus enormes contradicciones

La escritora japonesa Miyamoto Yuriko (Tokio, 1899-1951).

La escritora japonesa Miyamoto Yuriko (Tokio, 1899-1951).

Asomarse a estos tres relatos de Miyamoto Yuriko (1899-1951) supone entrar en una dimensión histórica y emocional reveladora en la que se nos muestra otra forma de ser japonés bastante alejada de los estereotipos: la del Japón moderno con sus aciertos, sus errores y, sobre todo, con sus enormes contradicciones. No en vano, esta autora es considerada una de las "escritoras más sobresalientes del periodo moderno tardío", como apunta en el prólogo Virginia Meza, responsable, junto a Hiroko Hamada, de esta traducción que nos acerca a la voz serena e intensa de esta autora.

Los relatos recogidos en Una flor son de marcado carácter autobiográfico. A la autora le basta con cambiar los nombres de los protagonistas de los hechos y acontecimientos que relata, incluida ella misma, para desarrollar una narración de profundo calado. Miyamoto Yuriko nació en una familia acomodada y tuvo la oportunidad de instruirse, leer a autores extranjeros -sobre todo a los rusos, por encima de todos a Tolstói- e incluso de estudiar en Estados Unidos. Su compromiso político con el Partido Comunista de Japón y su manifiesta filiación con los más desfavorecidos de la sociedad marcó su obra literaria. El acentuado tono social de su literatura carece, sin embargo, del más mínimo carácter demagógico o panfletario. La autora cuenta lo que vive y lo que ve, es capaz de comprender lo que sienten los demás, no está ciega ante la injusticia, cuenta el sufrimiento de un pueblo aplastado por la responsabilidad y el sacrificio y lo hace desde la perspectiva de una mujer que se empeña en ser libre mentalmente, aunque no pueda desembarazarse del todo de la pesada losa de la tradición, de lo que se espera de ella.

Una flor, el primero de estos relatos, que da nombre a la compilación, es también el más antiguo de los tres que aquí se publican y vio la luz por primera vez en 1927, justo antes de que Yuriko viajara a la Unión Soviética con su amiga y compañera de vida durante algunos años Yuasa Yoshiko (1896-1990), estudiosa y traductora de literatura rusa. Yoshiko jugó un papel muy importante en la vida de Miyamoto Yuriko, que dejó a su primer marido para irse a vivir con ella. De esta nada sencilla relación nos habla en Una flor, un relato lleno de intensidad y deliciosos sobreentendidos. La autora nos acerca a las incidencias de una relación desigual entre Nobuko y Motoko (trasuntos de Yuriko y Yoshiko, respectivamente). La convivencia parece tener un significado distinto para las dos mujeres: compañeras por encima de todo, Motoko parece enamorada, mientras que Nobuko se interroga por el verdadero sentido de sus sentimientos y se presta a dejar florecer en su corazón sensaciones nuevas.

Los dos relatos que completan el volumen, La planicie de Banshu y Hierba del viento, forman un impresionante díptico. El primero de ellos, que por su entidad y extensión podría considerarse una novela corta, figura con justicia como el mejor relato escrito nunca sobre la rendición de Japón. La narración se inicia el 15 de agosto de 1945, cuando el emperador Hirohito anunció la rendición incondicional de Japón tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. La protagonista de La planicie de Banshu, Hiroko, vive con la familia de su hermano en un pequeño pueblo y su marido, Jukishi, está encarcelado por su actividad política como miembro del Partido Comunista en una prisión del norte de Japón. Los dos personajes principales son la propia autora y su segundo marido, Miyamoto Kenji, crítico literario y activo militante comunista.

Por encima del indudable valor testimonial, La planicie de Banshu es un imponente relato sobre la realidad de un pueblo sometido por los alardes imperialistas de sus dirigentes, que sufre tremendamente los horrores de la guerra y que se siente hundido y humillado, tras la rendición, por aquellos mismos que los sacaron de sus casas para que lucharan a muerte por su país. Yuriko nos acerca al corazón de ese Japón destruido moral y físicamente, se permite criticar (lo hizo siempre, lo que en ocasiones le costó la cárcel y la prohibición de escribir durante mucho tiempo) con dureza a los responsables de las desgracias de esa gente que sufre hambre y frío, que no sabe qué va a ser de su futuro, que se enfrenta día a día a la incertidumbre de no saber si volverán a ver a los que se marcharon, al horror de los bombardeos del enemigo, al inmenso vacío dejado por los desaparecidos.

Pero es también el relato un reflejo de las costumbres del Japón de la época y hasta una emocionante novelita de viajes en la que acontecen no pocas dolorosas aventuras y en la que se entrecruzan los más variopintos personajes cuando Hiroko va a Tokio en busca de su marido que está a punto de salir de la cárcel.

Hierba del viento es el melancólico relato de su vida en común tras la larga separación, la convivencia real tras doce años de matrimonio en los que apenas han vivido juntos unos pocos meses. El desencanto, la sumisión y la resignación marcan la vida en pareja de la protagonista que, tras años de angustia, intenta recuperar el tiempo perdido; si es posible o no, nunca lo sabremos del todo.

Miyamoto Yuriko es una de esas escritoras capaces de marcar con su obra una línea que queda señalada como un hito en la experiencia del lector. Su talento literario, que demostró desde que era prácticamente una niña, su capacidad para rememorar el momento histórico que le toco vivir y su predisposición a ser la voz de los más débiles hacen que esta autora, hasta ahora inédita en español, sea un verdadero descubrimiento.

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