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Barral y un gatillazo

  • Nefasto Málaga y nefasto Del Cerro Grande, que erró en la falta y el penalti con que el Levante remontó en la primera mitad Sorprendió la gran diferencia con el equipo que aplastó al Valencia

La etiqueta de colista escuece. Pero ese dolor también habilita unas unidades extra de orgullo, casta y pelea; la necesidad de supervivencia consigue cotas inimaginables en frío. El halago debilita, la caída es más dolorosa cuanto más alto se sube. El partido que más temía Javi Gracia, dar el gatillazo ante el último clasificado tras pintar una gran obra ante uno de los mejores de la Liga, se cumplió. Con el añadido del nigérrimo día de Del Cerro Grande, que en la noche de Los Goya convirtió en falta y penalti, con gol en ambas ejecuciones, dos malos teatrillos de Barral. El gaditano, siempre excitado cuando se enfrenta al Málaga, sumó a su colección contra los blanquiazules la mejor de sus obras: un hattrick que les desquició desde todos los prismas.

En una primera capa, la arbitral, cuesta desgajar esos fallos del desarrollo de los acontecimientos. Porque los errores del colegiado madrileño habilitaron la remontada granota en la primera mitad. Se asumen los errores del árbitro como parte del juego, pero esas dos equivocaciones resultaron una losa. Superpuesta a esa, otra, la deportiva, que retrató al Málaga por su bipolaridad. La única modificación de Recio por Darder no puede justificar semejante gatillazo. Si el equipo se sintió robado por Del Cerro Grande, el Levante le robó la personalidad al equipo. Antes del show de Barral, el colista (ya no lo es) había mostrado más intensidad, hambre y fútbol. Incluso el gol de Juanmi pareció un accidente. El de Coín agrandó su fama de pícaro robándole la cartera a David Navarro, tarea nunca fácil. Pronto se esfumó el efecto.

Sabía Alcaraz que saliendo a hacer patinaje artístico le pasaría lo que al Valencia en La Rosaleda. Así que le dio la corneta a Barral y éste hizo algo que se le da de fábula, llevar el choque al fango. En el barro, el Levante se remangó con soltura y el Málaga se fue hundiendo poco a poco. Más allá del palo anímico de cómo revirtieron el 0-1 los locales, la impotente imagen del segundo tiempo no estuvo a la altura de un equipo que ya estaba bien avisado por el entrenador de lo que aguardaba en el Ciutat de Valencia. Barral coronó su gran noche con el triplete, se llevó a casa el Goya a la mejor actuación y un balón firmado.

Aguardan muchos encuentros así de sanguíneos de aquí a final de temporada. El Málaga ha demostrado tener fútbol para mirar a los grandes a la cara; sólo sabiendo adaptarse a la guerra de guerrillas de partidos como el de ayer podrá soñar con Europa.

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