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Bastión y circo

  • Optimismo El Málaga pretende mantener su fama de local ante el apagado colista en un partido que trae el regreso al once de Joaquín, llamado a poner más diversión y contundencia al juego

El Málaga encarnó este Zaragoza de penas y descenso virtual. Lo fue con Hierro, Manolo, en la caída libre a Segunda de la temporada 05/06. A aquellos partidos de la lechera los recibía la fe pero los terminaba envolviendo la desazón. Los maños enfilan el corredor de la muerte pero antes hacen una parada en el bastión de La Rosaleda, donde las variantes cotizan muy al alza. Los tropiezos blanquiazules a domicilio no permiten la continuidad, aunque al menos sirven de alerta para la vuelta a casa. Se sienten a gusto en su atalaya los de Pellegrini, el calor de Málaga les da un plus. Se enfoque como se enfoque, toca dar la de cal.

Este Zaragoza, aquel Málaga, se descuajaringa tras el primer revés, sale a jugar al doble o nada. Reconoce Manolo Jiménez que ya no sólo le cuesta hacerles jugar, sino levantarlos de la cama. Si la fe de los blanquiazules en casa está a prueba de bombas, la de los visitantes se resquebraja con un mero petardo. Es un partido prototípico de psicología, tan útil puede ser un buen sopapo como minar la moral de continuo a base de pellizcos.

Con roles tan antagónicos, más allá del azar del fútbol sólo queda un riesgo: el Málaga tiene mucho que perder y poco ganar. Traducido en clave deportiva: el que marque primero dará la zancada más larga. No está para intercambio de golpes este Zaragoza, que camina sin red y mirando al precipicio pese a que queda un tercio de competición por disputarse.

El cuadro maño también usa el perfume de los equipos que más han hecho sufrir al Málaga, los pertrechados en su área. Muchos más muros de los esperables quedaron en pie (Sporting, Real Sociedad, Osasuna, Betis o el propio Zaragoza en la ida). Aunque en las últimas jornadas el fuego del descenso ha llevado a los maños a arrancar como motos, confiados a la efervescencia de los primeros 15 minutos y al santo que tienen de cuerpo presente bajo palos. Roberto detuvo el vendaval que fue el Espanyol y luego llegó la suerte a la contra (0-2); el Betis aguantó en pie ese arreón y su partido inteligente le valió para ajusticiar a un rival resignado. Dos moralejas al servicio del Málaga. El equipo tiene de sobra con la suya propia, la de dejarse llevar en volandas en casa para derramar el talento, más desde lo individual que desde lo colectivo, por más que Pellegrini siga viendo un espejo entre la imagen de aquí y la de fuera.

Volverá Demichelis pero los ojos mirarán a Joaquín. Le cederá su credencial Sebas Fernández. El uruguayo es un magnífico plan B para el Málaga, lo que pasa es que la verticalidad del portuense son palabras mayores. Hay ganas de verle de nuevo comandando las escaramuzas. Con él en la cancha, además de bastión hay circo. Circo que será coliseo cuando Aranda entre en contacto con el balón.

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