Se las prometía felices el Málaga cuando a La Rosaleda llegaron Osasuna y Celta. La realidad respondió con sendas bofetadas: derrotas y pésima imagen. El Málaga extrema las precauciones ahora que otea al Betis en el horizonte. Los de Pepe Mel comparecen en Martiricos en una situación de necesidad similar a la de rojillos y celestes entonces. El Málaga, sin embargo, no puede dejar volar otra vez los puntos de su casa.

Es habitual escuchar de los aficionados más pesimistas que el Málaga es un equipo acostumbrado a resucitar a los más carentes de puntos o cuyos entrenadores están al borde del despido. Ocurrió con Osasuna, que acudía a La Rosaleda en descenso, con tres puntos, y se medía a un Málaga en estado de gracia. Precisamente Gracia, técnico del conjunto navarro, dio un baño táctico a Schuster. Ahora Málaga y Osasuna suman los mismos puntos: diez. Dos jornadas después el Celta propinó al cuadro blanquiazul un castigo aún más doloroso. Pese a lloverle las críticas a Luis Enrique por su 4-3-3 y los últimos resultados, el Celta infligió un 0-5 a un Málaga que no opuso resistencia.

El Betis, como Osasuna y Celta, también llegará a La Rosaleda en puestos de descenso. Haría bien el Málaga en no fiarse del conjunto verdiblanco, que no gana desde finales de septiembre. El cuadro de Pepe Mel mejoró su imagen ante el Levante y cosechó un punto tras jugar una hora con 10. Jorge Molina marró dos veces un penalti. Un 0-0 que no alivia pero da un poco de tregua. La Rosaleda no debe ser otra vez la panacea.