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Buena respuesta, mal final (87-79)

  • El Unicaja desconecta en los minutos finales y cambia una paliza por casi 30 puntos por un triunfo por ocho que no compromete una victoria valiosa.

El periodo final, los ocho últimos minutos, dejó un regusto desagradable. Era un partido para ganar por 30, de hecho se hacía por 26 entrado el último cuarto (80-54). Se habían contraído méritos para ello, pero se venció por ocho (87-79). Interesaba el 12 en el casillero de victorias, a tiro está igualar la mejor primera vuelta en una Liga de 18 equipos de la historia del club. Sí, incluida la época dorada. Será difícil porque toca visitar Manresa con el Assignia con abiertas opciones de Copa del Rey. Pero ahí está.

Este triunfo lo hubiera firmado cualquiera antes del partido. Con la plaga de ausencias, el equipo malagueño debía sacar adelante probablemente su último partido plácido ante lo que se viene, pero convertido en un duelo con alambre por las ausencias. Debe quedar como una anécdota, que no debería repetirse, ese colapso final que redujo la renta porque antes el Unicaja disipó las dudas que podían flotar en el ambiente con una actuación impecable durante 30 minutos, constante en los dos lados de la pista, un equipo compacto y serio. Con Peric y Garbajosa de actores fundamentales para dar empaque a esa línea interior debilitada con las ausencias de Darden y Freeland, más la burocrática de Lima y la lesión de última hora de Kuzmic, que se fastidió el viernes cuando jugaba con el Clínicas.

El comprensible berrinche que se podía tener por ese final desagradable, en el que se enlazaron varios ataques sin lanzar a canasta y se perdieron siete balones, se debería disipar cuando se observe la clasificación y se vea que el Assignia venció en Vitoria o el Fuenlabrada en Valencia. O sea, que equipos de la liga del Unicaja tropezaron en casa. La igualdad en la Liga Endesa sigue muy presente. El atasco en la cabeza con media liga regular ya jugada es estimable. Pero, por ejemplo, un triunfo más amplio hubiera dado una ventaja decisiva en el average general con el Caja Laboral en esa pelea final por ser cabeza de serie en la Copa del Rey y rubricar esa gran primera vuelta. Todo cuenta al final. Es humano pensar en el siguiente partido y guardar gasolina. Y latente estaban los efectos de las últimas lesiones que han dejado el equipo en cuadro. Si el jueves se está a tope ante el Madrid se da por buena esta desconexión. Aunque el instinto asesino nunca sobra.

El Murcia es quizá mejor equipo de lo que indica la clasificación, pero tiene algunos agujeros negros, por ejemplo Udoka. Lleva sólo dos partidos, pero cualquier parecido con aquel jugador que era un apreciable hombre de rotación en Portland o San Antonio es casual. Tiene un perímetro en el que Grimau y Miso combinaron 37 puntos, cifras inusuales en ellos, que también debe hacer reflexionar a los defensores. Porque se temía al juego interior rival, pero se le contuvo decentemente.

En los dos banquillos había conocidos, quizá por ello los entrenadores optaron por sorprender. Guil dejó a su lado a Franch, Mateo alineaba de salida a Valters-Fitch-Payne. Peric quedaba fuera porque sería un factor doble, como alero y como ala-pívot, en una muestra de su bien ganada presencia en un equipo.

El partido se movía en unas cifras altas de anotación (25-21 en el primer cuarto), con Fitch ofreciendo lo mejor de su repetorio. Es más productivo para el equipo cuando es más altruista, sin olvidar que es un jugador desequilibrante en el 1x1 y que debe crear juego a partir de él. El Unicaja cambió de marcha defensiva en el segundo. Alguna zona se veía en los dos equipos. Era un buen partido para recuperar a Sinanovic para la causa. Es cierto que con él en cancha el equipo se escapó en el segundo periodo y que el parcial mientras jugó fue de +13, pero se le sigue viendo falto de confianza. Un poderoso rebote y un tapón mediado el segundo cuarto propiciaron el aplauso del público. Entretanto, Peric ensartaba ocho puntos consecutivos para multiplicar la diferencia (47-29). Con Garbajosa de mariscal en las dos zonas, en la propia con otro clínic defensivo y en la contraria dando fluidez al juego con el tiro o con el pase, el círculo parecía cuadrado. Cuatro triples consecutivos habían puesto antes las bases de la victoria.

La tónica siguió tras el descanso, con buena actitud generalizada, aunque Rowland sigue chirriando demasiado. Significativo que Mateo le cambiara a los tres minutos de la reanudación para dar cancha a Valters, tirador letal. Ya en el último cuarto, la diferencia se extendió hasta los 26 puntos (80-54), antes de que varios jugadores echaran la persiana antes de tiempo. Afortunadamente, el colchón era enorme, pero no fue agradable ver reducir la renta de 26 a nueve en un momento. A ocho al final. Es una anécdota con un aviso de futuro. "Si no curramos, somos un equipo normalito", repite Chus Mateo. Pues eso.

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