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Duras horas blancas

Una zapatilla voló y se estrelló contra el televisor que mostraba la expulsión de Pepe. Unanimidad: al igual que José Mourinho, todos los jugadores del Real Madrid sentían que la roja era injusta.

Se agotaban los últimos minutos en las entrañas del Santiago Bernabéu, y el vestuario blanco hervía. Por la derrota 0-2 ante el Barcelona en las semifinales de la Liga de Campeones, claro, pero también por sentirse otra vez perjudicados por los árbitros.

Tan caldeados estaban los ánimos que la UEFA intentó contener a ambos entrenadores y demorar las respectivas ruedas de prensa. Ayer, la decisión del club fue clara: silencio institucional y apoyo privado al entrenador. Muy poco se habló en las oficinas del Bernabéu del casi seguro adiós del Real Madrid a la Liga de Campeones. Tampoco de la nueva derrota ante el Barcelona, y ni siquiera de su planteamiento ultraconservador.

No. De nuevo el foco del debate se situó en Mourinho después de que el portugués ofreciera una rueda de prensa incendiaria en la que cuestionó la limpieza de la competición tras la expulsión de Pepe.

Lo primero que hizo el técnico portugués nada más perder ante el Barcelona fue reunir al plantel junto al televisor del vestuario para ver todos juntos la repetición de la expulsión de Pepe.

Fuentes del vestuario blanco, que prefirieron mantener el anonimato, aseguraron que una zapatilla voló en dirección al televisor, fruto de la indignación. Después, Mourinho y sus pupilos coincidieron en los mismos argumentos.

Pero no sólo los futbolistas se alinearon junto a Mourinho. El presidente, Florentino Pérez, también está con su entrenador, realizó una queja verbal al delegado de la UEFA y pidió silencio institucional a la espera de que se enfríe el último conflicto abierto por el portugués.

Mientras, el Real Madrid comienza a asumir que la UEFA castigará con dureza al luso y sus dirigentes esperan "cerca de tres partidos de sanción" por reincidencia.

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