La continuidad del Granada en la Primera División tiene cada vez peor pinta. El conjunto rojiblanco volvió a ser un azucarillo en manos del rival. El Eibar se divirtió a costa de desnudar una vez más las carencias de los nazaríes. Fueron cuatro goles, pero pudieron ser más.

No le vino nada bien al Granada que su adversario consiguiera el 1-0 tan pronto. Lo firmó Adrián después de un penalti de Ingason a Sergi Enrich protestado por los de Lucas Alcaraz. El tanto sentó muy mal al Granada, que no se terminaba de ubicar sobre el terreno de juego, y empezó a desatar a los locales, especialmente a Sergi Enrich y Pedro León, que cuajaron un gran encuentro. Adrián, de manera algo incomprensible, mandó al larguero una opción en la que tenía todo para marcar.

Fue el delantero catalán el que obró el 2-0 a seis minutos para el descanso. Adrián picó muy bien un pase por encima de la zaga rojiblanca y Enrich, repleto de confianza, regateó a Ochoa en su salida y se esperó a templar el remate con Lombán sobre la línea de gol para evitar el disparo.

Ya nunca más se recompuso el Granada, que vio cómo la segunda mitad se convirtió en un tormento para sus intereses. La prueba de la desconexión quedó reflejada en el 3-0, en un saque de esquina que puso Pedro León al primer palo y allí apareció el central Ramis para cruzar un disparo al segundo palo sin oposición de los defensores.

Pedro León, pleno protagonista del encuentro en esos instantes, se sumó a la fiesta goleadora de la noche con su particular tanto. Un centro de Arbilla tras jugada personal acabó con el balón repelido al corazón del área, donde tranquilamente recogió el esférico el murciano para definir con la zurda el cuarto y último tanto de la noche.

Kravets, el más móvil de los atacantes granadinistas, tuvo hasta tres ocasiones para haber dado el tanto del honor, pero la puntería no estaba del lado rojiblanco. Incluso Malle falló una ocasión increíble bajo palos en la que no conectó con la bola. Final, 4-0.