Del mito de Ipurúa se ha escrito mucho. Las crónicas de las últimos años siempre han destacado a las escasas dimensiones del estadio, la fortaleza defensiva del equipo y el juego directo como principales avales de un club que, a excepción de la temporada pasada, se ha convertido en todo un clásico en la Segunda División. Sin embargo, ayer el entrenador del Málaga, Juan Ramón Muñiz, restó trascendencia a la épica que envuelve al Eibar. "Será una salida más y tres puntos más. No tenemos que dar más importancia al rival y no es el Eibar de hace treinta años. Desde hace unos años juega bien y está bien clasificado y cuando bajó al año siguiente subió rápidamente".

Los resultados que ha cosechado el equipo dirigido por Javier Mandiola avalan la teoría del asturiano. El conjunto armero ha perdido en Ipurúa los mismos encuentros que a domicilio, cinco, y ha encajado los mismos goles tanto en casa como en sus visitas, 16. Unos datos que avalan que en estos últimos años Ipurúa ha perdido parte de su fortaleza.

Sobre las dimensiones del estadio, 103x65 por los 105x68 de La Rosaleda, el técnico asturiano también minimizó su importancia: "No son reducidas sus dimensiones de campo y no creo que haya problemas para jugar". Pese a ello, hasta la aparición del Escribano Castilla era el terreno de juego más pequeño de la División de Plata. Sin embargo, los 100x62 metros del terreno de juego de Motril han desplazado al campo eibarrés al segundo lugar.

En el partido de la primera vuelta, que terminó con un 1-0 a favor del equipo de Muñiz, el Málaga pasó serios apuros en la primera mitad para doblegar al equipo de Mandiola, aunque ayer el gijonés aseguró que fue un partido más como prueba de la igualdad de la categoría: "Todos los equipos están separados por un margen muy estrecho y los partidos se decantan por ligerísimos detalles. El camino es largo y queda mucho por recorrer, pero yo veo a un vestuario muy centrado en su trabajo y en sus objetivos".