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Épica contra épica

  • 180 grados El Málaga, que hizo la mejor hora de su vida en el Bernabéu, acaba remontado en apenas diez minutos Reacción Benzema, tras triple cambio al descanso, rompió un dispositivo hasta entonces perfecto

Para pellizcarse fue el partido del Málaga durante más de una hora y también los dos minutos en que las musas se fueron al cuarto de baño para anularlo todo. Computados esos dos volantazos, más el tercero de Benzema, cuesta ponerle la etiqueta al sentimiento final. El equipo hizo el partido de su vida en el Bernabéu. Pero el Real Madrid siempre guarda un poco de épica en el bolsillo. Su público vivió otra remontada gloriosa; a Málaga le queda la honra de una hora pluscuamperfecta. Los de Pellegrini perdieron el encuentro, pero encontraron el camino. Y la eliminatoria sigue abierta, cosa que era de soñadores a priori.

Lo mejor para el aficionado es la inminencia de la vuelta, para que nadie se aferre al lamento. La Rosaleda, presumiblemente llena, tendrá que responder los 67 minutos imperiales del Málaga en Chamartín, que hicieron sentirles más orgullosos y anonadados que nunca en la era Pellegrini. Hay dos 4-3 recientes (00/01, con Peiró, y 07/08, con Tapia) de sabor parecido, días de gran fútbol y remontada blanca. Pero en ninguno de esos choques el equipo blanquiazul maniató a su histórica bestia negra, bestia blanca, como anoche.

Por momento, Demichelis y Mathijsen fueron dos clones de Beckenbauer, y Sergio Sánchez y Monreal entendieron perfectamente cómo han de ayudar los laterales para convertir al Real Madrid en un embudo. Toulalan acabó nadando en marejada y seguro que anoche se ganó alguna cana más. Pero lo cierto es ayer su esfuerzo no fue el protagonista exclusivo. Todos sudaron tanto como él, todos fueron Toulalan durante una hora. Por ahí discurrió la clave de los apoteósicos primeros 45 minutos, coronada por las cabezas de Sergio Sánchez y Demichelis, que convirtieron cada córner para el Madrid en una visita al dentista.

Al descanso ya había derecho a contárselo a los nietos. Una exhibición de control que dio la razón a Pellegrini, porque efectivamente, el Málaga no salió a defenderse, sino a defender bien. Se desparramó de manera escalonada. Se lo creían los aficionados y también se lo creyó Mourinho. "Hago tres cambios porque no puedo cambiar a once", dijo a sus hombres en la caseta. Y entonces recurrió al recurso que siempre le queda el Madrid, esté más o menos malherido: el cuerpo a cuerpo. El toque de corneta lo hizo sonar Benzema, ese gato frío que flota por los espacios libres. Empezaba a girar el tablero pero con el Málaga intimidando a la contra antes del esperado bajón físico por el enorme derroche. Pellegrini replicó con el primer cambio esperado: Rondón por Van Nistelrooy, lógica por leyenda. Peor digestión hizo el equipo con la salida de Isco. A favor del cambio del chileno queda el cansancio del malagueño, que hasta entonces se sacó todos los pases que pudo de la chistera. Es pura magia.

Casual o no, sólo dos minutos después lucía un 2-2. La mala sombra del choque la encierra Sergio Sánchez. Su 0-1 fue el primer color puesto en el arco iris de sensaciones que tejió el Málaga; con su desacertada cesión a Caballero, en idea y en ejecución, trajo la oscuridad. Benzema, se lo merecía, marcó el 3-2. La incredulidad también llegó al equipo, que deambuló en el jolgorio blanco pero que, por suerte, sobrevivió a posteriores contras letales. Para la vuelta, el Málaga ya sabe cómo quema el fuego del dragón; también cómo derrotarlo.

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