Dulce estreno para España en la Liga Mundial. Con las piscinas de Inacua como testigo, los pupilos de David Marín hicieron los deberes frente a Holanda y cosecharon un triunfo plácido (9-5). Al descanso el equipo nacional ya había dejado encarrilado el triunfo, y solo un amago de reacción por parte de los visitantes supuso un amago de susto en el encuentro. Brillaron Granados, Español y Mallarach para sumar una victoria vital en el grupo. Espera el hueso duro del grupo, Hungría, en enero.

No comenzó España el choque con el pie derecho. En el primer ataque tulipán Jorn Winkelhorst se sacó un disparo rápido, en el que poco pudo hacer Dani López. No obnubiló el tanto a los de David Martín, que siguieron con su plan de partido. Con buenas circulaciones ofensivas voltearon el luminoso. Albert Español y Sergi Cabanas aprovechaban sendas exclusiones para encontrar las redes (2-1).

Con 6-2 y el partido encarrilado, Holanda tiró de arrojo para amagar con el susto

Supo cabalgar el combinado nacional con el viento a favor. Emergió la portería y en la parcela ofensiva el balón volaba a más velocidad. De una tremenda parada de López nació la contra que finalizaría en el 3-1 de Tahull, que se hizo hueco en el pivote. Acecharía Holanda con el 3-2, pero España estaba desatada. Marró una pena máxima Barroso, que iría seguida de sendos golpes en la línea de flotación holandesa. Granados aprovechaba el correcalles en el que se había convertido el partido para hacer el cuarto y Español, de nuevo, haría lo propio para sacar tajada de una superioridad al borde del descanso. Durante el entretiempo, el conjunto nacional ya había abierto un socavón (5-2).

Agrandaban la brecha los de Martín con otro acierto de Mallarach (6-2), mientras en la grada de Inacua ya se festejaba parte del triunfo. Cuando parecía que el tempo del encuentro favorecía a España, Holanda tiró de arrojo. Koopman, el más certero de los visitantes, y Gottemaker (6-4) acortaban la diferencia. El técnico español paraba el choque porque el marcador había conducido a la relajación y Dani López había evitado algún que otro susto con una exhibición de reflejos.

Apagaría cualquier ánimo la salida al último periodo. Un lanzamiento magistral de Granados y la efectividad desde el penalti de Munarriz sellaban la victoria. Sirvieron los minutos finales para que el entrenador nacional moviera el árbol y para que España se gustase sobre la piscina malagueña. Espera el coco, Hungría, pero en el casillero ya hay dibujado un uno.