Son alrededor de las doce y media de la noche en Melbourne cuando un nudo aprieta las gargantas de los 15.000 espectadores del Rod Laver Arena. "Me he sentido mejor. Gracias por el apoyo. Esto me está matando", dijo Federer con el trofeo de finalista en las manos y la voz entrecortada por las lágrimas. No pudo continuar hablando. El suizo acaba de romper a llorar desconsolado tras su derrota en la final del Abierto de tenis de Australia y una pregunta sobrevuela el estadio: ¿Habrá dicho adiós a su sueño de lograr la mítica marca de 14 Grand Slams?

El español Rafael Nadal, su verdugo en Melbourne, se apresuró a consolarlo. "Lo siento, Roger", dijo el número uno del mundo tras su victoria. "Sé cómo te sientes ahora. Es muy duro. Eres un gran campeón y mejorarás seguro los 14 de Sampras". Sin embargo, Nadal parece demasiado para Federer. El suizo perdió los cinco últimos partidos que disputó contra el español, entre ellos tres finales de Grand Slam. Fue demolido en Roland Garros, derrotado en su feudo de Wimbledon y vencido ayer en cancha dura. El suizo buscaba igualar el récord del estadounidense Pete Sampras, una marca que si supera le conferiría sin discusión el título de mejor jugador de la historia.

Bajo la gorra con sus siglas, RF, los ojos hinchados de Federer reflejaban el dolor por la derrota mientras buscaba explicaciones. "Me gustaría ser zurdo. Es una gran ventaja para él. Y no es la primera vez", dijo frustrado. "Siento que este es un partido que debería haber ganado", lamentó. "Pero uno no puede ir ganando todos los partidos de su vida".

A Nadal, sin embargo, sólo le ha ganado seis de los 19 que han disputado, el último en las semifinales del Masters de Shangai en 2007. ¿Aún sigue pensando que puede derrotarlo? "Por supuesto, no pasé cinco horas ahí fuera sin creerlo".