Tenis l Abierto de Australia

Federer suma el decimosexto

  • El suizo logra su cuarto título en Melbourne y amplía su récord de torneos de Grand Slam · Murray cedió en tres sets y no pudo cortar la sequía británica

El suizo Roger Federer, insaciable, despachó al británico Andy Murray por 6-3, 6-4 y 7-6 (13-11) y se coronó por cuarta vez campeón del Abierto de Australia, en lo que es su corona de Grand Slam número 16 y la primera que consigue desde que es padre.

El número uno del mundo frustró la ambición de Murray de romper la maldición británica y de convertirse en el primer tenista de su país en adueñarse de un grande en 74 años, desde que lo hiciera su compatriota Fred Perry en 1936 en Nueva York.

En un Rod Laver Arena que se rindió a sus pies, el máximo favorito se llevó con comodidad los dos primeros sets y debió esforzarse en el tercero, cuando un repunte en el rendimiento de Murray forzó la definición hasta un emotivo y larguísimo tie break. Un revés a la red del escocés cerró el pleito en 2:41 horas de juego. Así, Federer volvió a levantar el trofeo en Melbourne Park, tal como lo había hecho en 2004, 2006 y 2007. Además, volvió a vencer en una final de Grand Slam a Murray, tras el US Open 2008, y de paso se tomó una revancha virtual de la derrota encajada en la final del año pasado en Australia ante Rafael Nadal.

En la noche del domingo de Melbourne, y con un clima fresco que con lo justo dio tiempo para volver a abrir el techo retráctil del estadio cerrado poco antes por la lluvia, Federer arrancó como si fuera a aplastar a un Murray que parecía ausente.

El suizo pronto se puso 2-0 ante un rival cauto, que no atacaba. Sin embargo, el escocés se despertó enseguida y se desquitó con un par de passing shots, con el suizo en la red, que recordaron el talento que poseía el aspirante a su primer Grand Slam.

El partido se parecía por momentos, en los peloteos largos, a una coreografía de ballet. El británico dispuso de tres puntos de ruptura en el séptimo juego, pero le faltó agresividad para concretarlo.

Entonces Federer se recompuso y atacó en los momentos precisos para situarse 5-3 y luego alzarse con el primer parcial en 43 minutos.

Estaba por verse quién tendría razón tras el duelo dialéctico previo: para Federer, quien se adueñase de la primera manga tendría muchas posibilidades para ceñirse la corona, mientras el escocés había recordado que no era para tanto, indicando lo sucedido en la final del último US Open, cuando el argentino Juan Martín del Potro remontó ante el suizo.

Lo que restó de partido le dio la razón a Federer. Murray había pagado un alto precio por no arriesgar en algunos puntos y siguió sin cambiar de estrategia. Y el suizo se mantuvo dominador, obligando al británico al error o sacando a relucir su manual de golpes ganadores.

Con inteligencia, Federer confió en las virtudes de su saque. Desperdició cuatro oportunidades de ruptura en el séptimo juego y tuvo que esperar un poco más, para subir a la red y sentenciar el segundo set por 6-4 en 46 minutos.

Así, y pese a las diferentes circunstancias -aquella vez Murray llegó más cansado por jugar tres partidos en días sucesivos-, el partido se encaminó a ser una reedición de la anterior final de Grand Slam entre ambos, en Nueva York, hace año y medio atrás, definida a favor de Federer en sets corridos.

Daba la impresión de que lo único que podría salvar al escocés era una sucesión de errores en cadena del suizo. En el arranque de la tercera manga, con su saque, Murray se puso arriba por primera vez en el partido, en un momento de baja de Federer.

En el sexto juego, el suizo extrañamente se equivocó en la red, y el británico, con una derecha cruzada, logró su primer break para un 4-2. El público se entusiasmó ante la perspectiva de llegar a un cuarto set, pero Federer le echó un balde de agua fría pronto: levantó su nivel y rompió en el noveno game para forzar el tie break.

La definición llegó tras varios puntos memorables. Murray tuvo cinco puntos de set, pero no aprovechó ninguno. Federer, más ducho en estas lides, sacó provecho de su tercer match point y levantó sus brazos al cielo.

A la hora de los discursos en la entrega de trofeos, Murray pidió perdón a sus paisanos por no haberles cumplido el deseo, y derramó un par de lágrimas. Federer, presentado como el "maestro de los Grand Slams", recordó que un año atrás el que había llorado era él, junto a un Rafa Nadal que entonces lucía el número uno.

Ahora, y en su doble rol de tenista y padre, Federer demostró que no se olvidó de ganar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios