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Imposible no ilusionarse

  • Exhibición colectiva que evoca un monumental partido de Babkov (37 puntos) hace una década en las mismas tablas de San Pablo l La fuerza del bloque permite creer en algo serio desde los primeros compases

Una tarde sabatina prenavideña, Serguei Babkov derramó en el parqué de San Pablo unas gotas de su calidad. Más bien fue un chorro incontenible. El 13 de diciembre de 1997, el genio de Novosibirsk, al que no pocos seguidores cajistas siguen colocando en lo más alto del santoral de legendarios jugadores que vistieron la camiseta verde, anotó en las mismas tablas sevillanas 37 puntos (11/12 en tiros libres, 7/11 en tiros de dos y 4/10 en triples), su mejor marca en sus cinco años y más de 200 partidos como cajista. Un millar de malagueños le despidió haciéndole reverencias al inolvidable 10 siberiano. El arriba firmante la recuerda como una de las mayores exhibiciones que contempló en directo en una cancha. Otros tiempos, en los que el desplazamiento a Sevilla era masivo. Ayer, un día entre semana, cierto es, no era el más propicio para la movilización. Pero quizá este ilusionante Unicaja consiga cambiar la tendencia y elevar el número de acompañantes.

Era aquel el penúltimo año en Málaga de Babkov, el último de la era Imbroda antes de mudarse a Sevilla y llevar al Caja a subcampeonatos de Liga y Copa. También la temporada de despedida de Nacho Rodríguez, con otro partidazo aquel día (14 puntos y seis recuperaciones), ayer en San Pablo como brillante analista televisivo.

Una década después, el Unicaja ha cambiado diametralmente. Aquel club con una plantilla en final de ciclo cambió, creció, ganó títulos y ahora es, por derecho propio, uno de los grandes de la ACB. Lo demuestra con partidos como el de ayer, en los que se escenifica la apertura de un nueva época que aspira a ser tan gloriosa o más que la de Scariolo. Con otras armas, con formas diferentes, pensando en ambición, aunque el discurso se disfrace a veces de mesura. Porque a quien viera ayer el partido, a quien se metiera 400 kilómetros entre pecho y espalda y hoy esté trabajando o en clase no se le puede prohibir ilusionarse ante la exhibición que ayer ofreció el Unicaja en Sevilla, en el feudo de Cajasol, algo que siempre gusta en las altas esferas. Esto es imagen, en el fondo, y la de la entidad malagueña queda por encima de la sevillana. Por mucha diferencia.

Los detalles positivos son múltiples. La fuerza del bloque, las emboscadas defensivas en las que los rivales caen como moscas, los detalles de Omar Cook, que permiten vislumbrar un Pepe Sánchez negro. Que Haislip puede aportar aunque cometa dos faltas en tres minutos, que Cabezas (3/3 más allá de 6,25) puede burrear al contrario y meter un triple en la cara de De Miguel aunque Aíto le siente a los tres minutos porque no le gusta cómo está defendiendo a Bennett. Que Kelati puede ser un killer, al menos tiene pintas de ello y que Archibald da una solidez tremenda en el interior.

Aquella tarde, Babkov salió a hombros. Ayer fue el bloque al completo el que ofreció una exhibición y mereció los honores. 31 puntos de diferencia, 31 razones para creer en un Unicaja superior, grande. ¿Cómo no ilusionarse? Imposible.

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