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Un Málaga de cartón piedra ya es colista

  • Condena El Villarreal hurga en la endeblez blanquiazul para cederle la última plaza, que confirma la tendencia preocupante del equipo Minados La igualada de Albert Luque fue un golpe a favor, pero un error de Obinna lastró la reacción

Árbitro: Velasco Carballo (madrileño). No tuvo dificultades a lo largo del encuentro salvo en un disparo de Xavi Torres a los 70 minutos que tropezó en las manos de un defensa del Villarreal y que, de haberlo considerado como penalti, tendría que haber aparejado la expulsión.

Tarjetas: Amarillas Stepanov (19'), Juanito (25'), Joseba Llorente (56'), Eguren (66'), Godín (87'), Apoño (89') y Capdevila (92').

Goles: 1-0 (27') Nilmar. Centro chut raso de Escudero que Weligton no llega a despejar y que el brasileño remacha a escasos metros de la línea de gol tirándose al suelo para rematar. 1-1 (46') Albert Luque. Buen cabezazo picado del catalán tras centro muy en globo de Fernando en el que Javi Venta no pone ninguna oposición para el remate. 2-1 (54') Capdevila. Golpeo de falta directa del lateral internacional que se cuela por el hueco que deja Obinna en la barrera al salir a taponar el lanzamiento.

Incidencias: Partido correspondiente a la octava jornada de la Liga BBVA disputado en El Madrigal ante unos 15.000 espectadores. El presidente, Fernando Sanz; el director general Luis Yáñez y el consejero Paco Martín Aguilar representaron al Málaga en el palco. Césped en impecables condiciones aunque resbaladizo al principio del encuentro.

Hay que ser optimistas: el desplome progresivo no irá a más porque el Málaga ya es colista. Y es sabido que, cuando estás en el suelo, el único remedio que queda es levantarse. El equipo de Muñiz ha tocado fondo porque no hay consuelo mirando por los retrovisores. Queda mucho tiempo para reaccionar, pero también mucho trabajo por enmendar. Sobre todo, las fugas en el aparato defensivo. Ellas iluminaron a un Villarreal miedoso, agarrado a su mayor animosidad desde el inicio y a la incapacidad blanquiazul cuando el partido soplaba a favor de los amarillos.

El Málaga claudicó de manera similar que ante el Almería. Primero, tras un acierto local, una combinación a tres bandas remachada por Nilmar; después por una concesión individual. Si el otro despiste corrió a cuenta de Iban Cuadrado, ayer lo emuló Obinna despegándose con fatales consecuencias de la barrera que Munúa había colocado ante Capdevila. A día de hoy, sólo el Real Madrid parece preparado para sobrevivir a partidos de intercambio. Los de Pellegrini pueden permitirse el lujo de recibir porque luego pegan más; el equipo de Muñiz sigue sin munición suficiente para contrarrestar los despistes que siguen lastrando su reacción.

El Málaga arrancó el choque agazapado e invitando al Villarreal a jugar en posiciones avanzadas. Muñiz buscaba contragolpes, pero no se daban por dos motivos: ni existían robos en las zonas de creación ni había velocidad para armar las transiciones, sólo pases en horizontal o hacia atrás. La diferencia, génesis del 1-0, era la capacidad asociativa de unos y otros. Tanto Muñiz como Valverde salieron con tres delanteros, dos arriba y otro camuflado de centrocampista en la banda izquierda (Escudero y Albert Luque). Sin embargo, mientras los blanquiazules formaban un triángulo escaleno, con cada uno haciendo la guerra por su cuenta, los amarillos permutaban y se encontraban en torno al área de Munúa. El resultado, evidentemente, era mucho trabajo para el charrúa e inexistente para Diego López. Munúa taponó los remates de Cani (10') y Escudero (23'), aunque nada pudo hacer en el tanto de Nilmar bajo palos.

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