Málaga c. f. -Granada 74

El Málaga tropieza con la roca de Tapia

  • Málaga empata ante un Granada 74 que le cerró a la perfección las vías de juego y le creó muchísimo peligro a la contra. Sexta jornada consecutiva de los de Muñiz sin perder, que suman 40 puntos sin acabar la primera vuelta

Un punto en casa es un resultado que, generalmente, condiciona a una lectura negativa. Más en un Málaga en el que La Rosaleda es una de sus grandes virtudes –hasta ayer sólo habían obtenido botín el Numancia y el mejor Celta de la temporada–. Pero esta interpretación también puede pecar de aprovechada y carente de análisis. Ante un Granada 74 que supo cerrar las vías de creación del Málaga y llevar el partido a un ritmo adecuado al de sus pequeños y móviles delanteros, el resultado final se convierte en un amable punto que prolonga la racha de los de Muñiz a su sexta jornada consecutiva sin perder y les vale para alcanzar los 40 puntos, sin acabar la primera vuelta.

Antes de empezar a jugar había que despejar dudas. De los 19 convocados por el asturiano, ante las molestias físicas de Helder e Hidalgo, fue Silva el que se quedó sin vestir. Quizás algo más sorprendente resultó que Raúl Gaitán no tuviera su oportunidad tras la sanción de Jesús Gámez y el técnico malaguista decidiera alinear a Paulo Jorge en el lateral derecho y sí dar esa chance a Cheli en el interior. Menos habitual resultaba que Carpintero se quedara en el banquillo. Pero el arranque del Málaga, que no luego el resto del encuentro, volvía a dar la razón al de Gijón.

Por desgracia, quien se la quitaba desde el principio era el colegiado, mal asesorado por su auxiliar, cuando anulaba un gol legal a Apoño en el minuto 3. Hasta donde se ubica la prensa, que evidentemente está mucho más lejos que el árbitro, se vio con claridad que Javi Guerra era el que peinaba el balón que acabaría el de La Palmilla alojando en las mallas de Jaime.

Lejos de venirse abajo por la contrariedad, muy fuerte si se observa el resultado final, el conjunto blanquiazul seguiría empujando, seguramente espoleado por la victoria en Carranza, más aún de lo que ya es habitual. Y no tardaría en recoger los frutos de la intensidad dada al juego. Una gran jugada iniciada en un saque de banda de Rossato, y en la que intervinieron Baha y Salva, acababa con un poco estético pero efectivo punterazo del maño.

Era el 1-0 y La Rosaleda, apoyada en la magnífica inercia del equipo, se las prometía muy felices. El Málaga proponía un encuentro con mucho ritmo, muy rápido y físico, envite que aceptaba del todo el Granada 74. Parecía arriesgado, pues hasta la fecha nadie resistió ese cara a cara a los blanquiazules.

Lejos de ser un equipo osado, los de Antonio Tapia, siempre dentro de los parámetros antes citados, supieron reconducir el encuentro hacia sus intereses demasiado rápido para los de los malaguistas. Francisco ganaba un balón a los centrales que, tras tiro a bocajarro de Gibanel e intervención de Goitia, acabaría convirtiendo el veleño Javi Guerra. No hay peor cuña que la de la misma madera, reza el refrán. Algo muy fácil por la cantidad que hay en el 74.

El partido transcurrió muy rápido e interesante. Lo que aparentemente estaba cantado como un envite táctico y cerrado, no respondía a esas premisas. Variaba en que era un encuentro abierto. Tapia había taponado la vía imaginativa malaguista y, sabiendo de las virtudes de Francisco y Javi Guerra, propuso un encuentro a la contra, especialmente incómodo para los centrales, que les daba el control ante la elogiable voluntad malagueña. La resolución era que Goitia intervenía más que Jaime. Y el problema es que el Málaga no encontraba el canalizador de juego necesario ni con Sandro. Aquí sí que se cargó Muñiz de razón en la necesidad de fichar que propugna.

Como haciendo un ejercicio de fidelidad a sus ideas, Tapia parecía dar por bueno el empate con sus cambios. En cambio, Muñiz se la jugaba como nunca. Pero el empate resultaría inamovible.

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