La crisis deportiva del Marbella se traslada al plano institucional. Ayer fue un día bastante movido por las oficinas de la entidad costasoleña. A última hora del lunes ya se había tomado la decisión de destituir a Miguel Álvarez, que apenas llevaba un mes como entrenador. Ello derivó en otra consecuencia: la renuncia del director deportivo, Raffaele Pandalone, precisamente por no encontrarse de acuerdo con dicha determinación tomada por el presidente. Ahora Alexander Grinberg se queda sin su principal mano derecha y tiene por delante encontrar un entrenador que dirija al equipo en las jornadas finales en busca del milagro de entrar en las posiciones de play off de ascenso.

Álvarez paga el peaje de la destitución de Mehdi Nafti. Los resultados habían tomado un peor curso que en la primera vuelta, si bien la plantilla creía bastante en el técnico franco-tunecino, con la que había buen feeling. Incluso ya en el primer partido de Álvarez hubo algún conato de sublevación por parte de varios jugadores, que eran absolutamente contrarios al relevo en el banquillo. Ello le ha impedido conectar con el grupo, con el que sólo consiguió un triunfo en seis encuentros.

Con tres jornadas por disputarse, el ascenso queda a cuatro puntos. Ni la dinámica propia ni la de los rivales invita al optimismo, aunque al menos ahora mismo el Marbella conservaría su plaza para jugar Copa del Rey.

Tras presentar su dimisión, Pandalone quiso explicar los motivos que le llevan a abandonar el cargo que desempeñaba. "La decisión la he tomado de manera conjunta con el presidente, sin problemas. Mi relación con él continúa siendo de amistad y respeto", comentó el dirigente italiano, que alegó, sobre el despido de Álvarez, que el mandamás ruso "piensa distinto. Él quiere cambiar y está en su derecho. Álvarez no es el único responsable de la situación, tiene su culpa, pero todos la tenemos", añadió Pandalone.

Al menos de manera interina, Grinberg hará de director deportivo, presumiblemente hasta que acabe la temporada.