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Muoneke destroza un final feliz

  • Oportunidad El Unicaja desperdicia una opción muy real tras 37 buenos minutos Decisivo El pívot del Tau desequilibró la balanza con cinco puntos determinantes

Con el partido en el alambre, de color verde Unicaja, y recientes espectros merodeando el Buesa Arena (léase triples de Herreros y Garbajosa), apareció un protagonista sin papel en el guión: Nnaduben Gabriel Enyinnaya Muoneke. Gabe Muoneke, someramente. Un temporero que sustituye al todavía lesionado James Singleton. Probablemente, cuando éste, el jugador más caro de la plantilla del Tau, vuelva dentro de un mes, el pívot de origen nigeriano pero nacido en Michigan coja el petate y siga su peregrinar por el mundo. NCAA (Universidad de Texas), Puerto Rico, Turquía, Argentina, China, Corea del Sur, antes España (Cáceres) e incluso Irán han sido los asentamientos de este peculiar personaje. Antes, dejó un partido solucionado para gloria vitoriana y desgracia malagueña. Scariolo y sus hombres llevaron el partido donde se pretendía. "Alargar el encuentro", consigna del de Brescia en la previa. Órdenes cumplidas. Tres minutos por jugar, columpio en el marcador, alternancia en los liderazgos y Haislip levantando el parqué y haciendo tirabuzones en el aire. Ahí estaba el equipo malagueño, orgulloso, bravo, agarrado al calzón del Tau (65-64 adverso) y generando situaciones de estrés en el rival, como le gustaba decir a Pepe Sánchez. La sensación de miedo invadía el Buesa.

Seguramente, Muoneke no haya oído hablar de esas historias que aterrorizan a los baskonistas. En momento de espesura atacante, agarró un balón en el frontal del aro y anotó un triple. En la siguiente jugada capturó un rebote defensivo y Haislip le hizo falta, la quinta. Y el nigeriano anotó los tiros libres (70-65). Y sin el único jugador que había metido algún punto (nueve) en el último cuarto, el búfalo de Lewisburg, el Unicaja hincó la rodilla (78-71 al final). Demasiada diferencia, demasiado golpe repentino. El pabellón exorcizó fantasmas y el Unicaja dejó escapar la puerta grande que le aguardaba. Y no consiguió ni la vuelta al ruedo. Porque falló el estoque, una vez más en una plaza grande. Demasiadas también. Y quien no sabe resolver, no merece ganar por muchos méritos acumulados anteriormente. Es la diferencia, el salto de calidad, que no acaba de ejecutar este Unicaja. Su progresión es notable. Hace dos meses y medio recibió un sopapo del mismo contrincante en esta misma cancha. Y ayer compitió con mucha dignidad y en territorio contrario hasta hacer sudar sangre al rival y provocar sonoros silencios. ¿Dónde está el final de trayecto? ¿Es éste el tope?

Evidentemente, no sólo perdió el Unicaja por Muoneke. Fue el detonante final, pero antes marró el cuadro malagueño diversas opciones de hacer el break. Un triple errado por Haislip cuando estaba más caliente no entró para haberse ido a cuatro puntos. Antes, tras un comienzo equilibrado, con Germán ejerciendo de líder (18-22) desde el triple, el Tau había amenazado con irse (37-26) con parte de la segunda unidad en cancha. Se recompuso el Unicaja antes del descanso (40-33). Y regresó con el disfraz de equipo potente (40-41 tras mate de Ndong).

El ataque fluía, Scariolo mandaba y Spahija iba a rueda. El Tau encallaba en el bosque de árboles móviles de ébano que era la zona cajista. Se podía correr y no se concedía ninguna canasta fácil, sobre todo con el senegalés en pista. Splitter estaba fuera del partido por sus faltas, Rakocevic aparecía, pero sin la virulencia de otras veces, en parte por la defensa pundonorosa de Berni Rodríguez, que sólo jugó el cuarto final, y Sergi Vidal tiraba de galones para ser determinante en el aro rival. El último jirón de Haislip fue un brutal mate con vuelta en el aire (63-64). Y ahí capituló el Unicaja, ante el minuto mágico de Gabe Muoneke, en un servicio impagable de temporero. Se desangró el equipo malagueño, con un par de pérdidas y un error de Welsch, al que ayer no se vio en campo ajeno. Y la fe que había durado 38 minutos se quebró cuando más duele.

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