Esta no será una historia como la de Mestalla. Aparece más fácil sobre el papel, pero no lo es en la ejecución. No lo era antes de tutear al Valencia y ahora menos. Tiene su explicación. En la ciudad del Turia los focos y la responsabilidad apuntaban a los de Emery; con la permanencia casi en el bolsillo, apenas había presión y sí mucha ilusión por agradar para los de Tapia. Así fue y de allí salió el Málaga confirmado como equipo que puede sorprender en esta Liga. Y si en datos ganar en Pucela es harto difícil, el correctivo con bochorno recibido en Almería por los blanquivioleta les hará saltar mucho más despiertos que de costumbre.

Por si fuera poco, esta semana entre Albert Luque y Antonio Tapia se han encargado de terminar de sacar al equipo de su crisálida de modestia. Jugar en Europa, sin tapujos, con fe, ilusión y desde el trabajo humilde, es la expresión que centra ahora los esfuerzos de una plantilla a punto de certificar matemáticamente una salvación que muchos consideraban quimérica en la jornada cuarta.

Hay que mirar para arriba, ése es el nuevo mensaje. No hay ninguna semana mejor que esta para aferrarse a esa idea, ya que la clasificación empieza a romperse y el Valladolid ejerce actualmente como bisagra entre los aspirantes a soñar y un tren de varios equipos que no quieren perder comba con esa estela (Athletic, Racing, Getafe y Almería).

Y si no ha hecho ya suficiente ruido el conjunto de Tapia como para posicionarse como alternativa a los de siempre (por puntos y por juego), Zorrilla puede terminar de hacerlo. Real Madrid (1-0), Sevilla (3-2), Atlético de Madrid (2-1) y Deportivo (3-0) ya han caído allí. De los de arriba, sólo el Valencia salió victorioso (a Málaga, Barcelona y Villarreal aún les queda pasar por allí para completar el tour de primeros espadas de la clasificación). Quiere decir que la evaluación es lo suficientemente complicada y relevante para determinar si realmente los blanquiazules están capacitados para ser algo más en esta Liga.

Pero no sólo la plaza es dura para faenar. "Es difícil mejorar lo que estamos haciendo", declaraba días atrás Albert Luque. Ciertamente, el Málaga ya hace semanas que tocó el techo de su fútbol. Completados los pasos de su evolución, ahora toca mantener lo más difícil: sostener el propio listón. El cuadro de Martiricos bordó el fútbol en Valencia, especialmente en la primera mitad, una exigencia con la que va a tener que aprender a convivir a partir de ahora si de veras el objetivo pasa por ingresar en puestos europeos.

En el trasfondo siguen emergiendo las profundas y potentes plantillas de Atlético de Madrid, Villarreal y Valencia como favoritos a suceder a Barcelona, Real Madrid y Sevilla, por más que parezca que la palabra crisis no termina de desaparecer de sus casilleros. Dice la clasificación que la Champions sigue quedando a dos puntos y que la plaza de UEFA sólo se niega en estos momentos por una cuestión de averaje. Y por encima de todo eso, una trayectoria imponente: el Málaga sólo ha perdido uno de los últimos nueve encuentros que ha disputado.