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El Real Madrid supera los agujeros negros

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Cuando el Madrid puede imponer su juego veloz, arriesgado y atrevido, exige al rival un nivel de acierto para el que normalmente no está preparado. No al menos un equipo que no sea superélite europea. Pero el reverso es que no tiene una gran consistencia cuando vienen mal dadas y se altera el plan primigenio. Pudo subsanar esos problemas ante un equipo como el admirable Banca Cívica (92-84), con piernas cansadas y pulmones sin llenar, pero con valor suficiente para volver al partido varias veces.

Con un extraordinario acierto en el segundo cuarto, con una cascada de seis triples, el equipo de Joan Plaza se enganchó al partido, que se le había puesto empinadísimo de salida (30-14). Incluso Paul Davis, con tiro a tabla, colocó por delante al equipo sevillano (40-41). Pero el 21-3 de salida tras el descanso, demasiado en un partido de este nivel, auguraba una paliza madrileña. De hecho, se llegó a marchar hasta por 25 puntos de distancia.

Pero los agujeros negros amenazan a este Madrid, con ciertas fisuras que tapan ciertos talentos fuera de catálogo como el de Nikola Mirotic, que puso alquitrán a la remontada sevillana con un par de triples en momentos oportunos, cuando el Banca Cívica había reducido hasta a siete puntos (79-72).

El Madrid busca base, si no para esta temporada ya, para la próxima. Llull se mueve en esa frontera entre la polivalencia y la indefinición. ¿Base o escolta? El menorquín corre y su equipo es imparable, en estático las dudas se multiplican. Ahí es más imaginativo Sergio Rodríguez, que atrás sufre una barbaridad y que ayer fue una calamidad. Son los dilemas en los que se mueve Laso. Llull resultó determinante en el primer tiempo, fue el que puso tierra de por medio, pero Sergio le dio un respiro y el Madrid volvió a hundirse. Inconsistencias impropias de un equipo grande.

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