La resaca del primer partido liguero en Málaga no ha sido agradable. Normalmente, se gane o se pierda, el resultado es poco trascendente porque queda toda una carrera de fondo por delante. Pero éste ha dejado un poso de pesimismo. Se necesita tiempo, pero hay prisas y eso genera dudas. En síntesis, es lo que le ocurre a este Unicaja, que ofrece motivos para el optimismo y el negatividad. Igual un Freeland exuberante que un Saúl Blanco empequeñecido.

Las lesiones, es evidente, han lastrado la progresión lógica del equipo. Lamenta el sector ejecutivo del club que antes del inicio de la temporada ya haya habido tres operaciones, aunque alguna de ellas tenga su intrahistoria, que no agrada a algunos de los actores principales. Que Berni, Jiménez y Archibald, hombres impregnados de la filosofía de Aíto, hayan sido algunos de los damnificados condiciona que el grupo se haga compacto. Pero es algo con lo que debe convivir cualquier equipo. Ahí está el ejemplo del Madrid. Con otros recursos económicos superiores, pero las lesiones pasan de largo.

Lo que sí sorprendió en la matinal del domingo fueron los pitos de la afición tras 20 minutos de temporada. ¿Al equipo? ¿Al entrenador? ¿Más arriba? Es evidente que hay descontento, un mal de fondo al que no han ayudado las decisiones veraniegas que se han tomado en el club. Tan claro como que esa tendencia se cambia con victorias. Así va este negocio.

Ayer tocó terapia de grupo en el entrenamiento vespertino del equipo, tras 30 horas para reflexionar. Tiempo para el análisis. "Aíto nos dijo que no estaba contento porque no hicimos lo que nos pidió en la pista", aseguraba ayer Saúl Blanco. El entrenador mandó algún mensaje en la comparecencia posterior a la derrota que se resumen en que hay que espabilar, darlo todo siempre y no lamentarse.

Desde el punto de vista técnico, el partido ante el Fuenlabrada dejó claro que andando el Unicaja no le ganará a nadie, como recalcó Aíto. Hace falta colocar un ritmo elevadísimo para optimizar el rendimiento. Hay desajustes defensivos en los dos contra uno y los cambios que propician canastas fáciles del rival en continuaciones. En estático se sufre un horror para anotar, la fluidez en la circulación no es buena y el acierto en el tiro, ha sido una tendencia en pretemporada, es bajo si no se consiguen canastas sencillas en contragolpes o transiciones. Todo mejorable, sin duda. Pero, como recuerda Aíto, si no se corre es complicado ganar.

Hay tiempo por delante, pero tampoco conviene descuidarse. El calendario reserva pruebas complicadas de manera inmediata, como la salida a Manresa, que habitualmente se atraganta, o la visita del Real Madrid. Y empieza la Euroliga, que encierra un grupo venenoso, que ha suavizado un tanto la entrada del Orleans en vez del Benetton. Belgrado, Vilnius, Atenas y Estambul son plazas complicadísimas en las que ganar cuesta un riñón. Y para competir en Euroliga hay que elevar mucho el nivel.