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El Unicaja apela a la épica para seguir con vida

  • Dificultad El poderoso CSKA, prueba del máximo nivel Error El margen se reduciría casi a la nada si hoy no se vence

La última vez que Unicaja y CSKA coincidieron en una pista de baloncesto fue hace nueve meses, en la Sala OAKA de Atenas. Una derrota dulce aquella, en el bautismo malagueño en la Final Four. Se saboreó una sorpresa superlativa que acabó en una dignísima caída ante uno de los transatlánticos continentales. Hoy no juega la historia, aunque siempre está en el subconsciente de los que la han vivido, pero el Carpena se viste de gala para recibir a la máquina del ejército rojo que adiestra Ettore Messina. Y no en el mejor momento para el Unicaja, después de cuatro derrotas en los cinco últimos partidos, con el batallón muy mermado por las contingencias físicas y con una necesidad grande de victoria para no bajarse del Interrail antes de tiempo. Sanders, tras ser descartado por motivos de cupos antes de viajar a Mahón, vuelve a jugar hoy. En la Euroliga no hay cortapisas con las nacionalidades.

También tiene problemas en forma de lesiones el CSKA. Perdió a Savrasenko hasta el final de temporada y recupera a Smodis ahora, tras reaparecer el pasado fin de semana en la liga rusa. Dijo Messina que no jugaría en Málaga, pero aquí está el ala-pívot esloveno, acaso uno de los jugadores más determinantes que quedan en el continente. Ellos, los rusos, resuelven el asunto por la vía de la tremenda a base de petrodólares. Mientras el Unicaja cosió los rotos con Sanders y Castle, el CSKA los remendó con Van den Spiegel y Khryapa. Una apreciable diferencia.

La situación, es indisimulable, para el Unicaja es complicada. El calendario no fue benévolo y deparó dos enfrentamientos a domicilio para iniciar el Top 16. En los dos, en Barcelona sobre todo y en Roma, tuvo opciones el cuadro de Scariolo. Una versión buena del equipo, esa que se exhibió en diciembre, quizá con alguna baja de menos, hubiera permitido rascar al menos un triunfo, que hubiera sido determinante para avanzar a los cuartos de final. Las oportunidades se fueron y no volverán, así que de nada sirve lamentarse. Cierto es que la diferencia en el Top 16 se marca cuando un equipo gana a domicilio. Y ese detalle aún no se ha producido en el Grupo G después de dos jornadas disputadas, aunque el Lottomatica bordeara (más que eso, la tocó con las manos tras disponer de 11 puntos de renta a dos minutos de final) la sorpresa en Moscú.

En ausencia del que se ha revelado líder de este equipo en la cancha, Carlos Cabezas, le toca a los demás dar un paso adelante que en algunos casos se ha echado de menos. Se echa de menos al base malagueño, pero la senda a seguir, el ejemplo positivo es lo que hicieron Daniel Santiago ante el Estudiantes o Carlos Jiménez en Mahón. Pero con continuidad. Ya ha demostrado el Unicaja, incluso en sus momentos más brillantes, que necesita de una aportación ofensiva constante de un núcleo amplio de jugadores para sacar adelante los partidos, porque no hay una figura resolutiva. Marcus Haislip amaga con serlo, pero su hombro, foco de problemas desde que comenzó la temporada, se niega a dejarle tranquilo, más allá de su timidez. La necesidad de una aportación alta de muchos jugadores se acucia cuando enfrente hay un equipo del calado del CSKA. Glosar sus virtudes resulta aburrido. Quizá todo se resume en su capacidad para controlar el ritmo de los partidos, en esa especia de metrónomo que hay en la cabeza de Messina y de su extensión en la pista, Theo Papaloukas, para medir con una precisión desesperante para los contrarios las necesidades exactas en un duelo.

Con un rival de tamaño nivel, con los problemas físicos que atosigan al Unicaja y con la situación difícil en la Euroliga, la épica a la que tantas veces se apeló en Málaga, la "rabia competitiva" que solicita Scariolo, es el mejor aliado para mantener la invencibilidad del Carpena en Europa.

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