El Vélez no pudo tomar el feudo bastetano y capituló frente a un equipo bien amarrado, fuerte en defensa, letal en ataque y, muy especialmente, que disfruta con el balón en sus pies. No obstante, ayer el cuarto del Grupo IX no fue superior al Vélez, únicamente aprovechó las escasas ocasiones de las que dispuso y supo jugar con la ventaja que le daba el factor campo. El Constantino Navarro goza de un magnetismo inexplicable que aturde sistemáticamente a los equipos que visitan su césped. La presión del público, aunque poco, también goza de un papel relevante en estas obras. Los locales suman su decimotercer partido sin perder en Baza y el Vélez, por el contrario, se acerca peligrosamente a la zona caliente de la tabla. Los axárquicos ven la zona de descenso a un partido de diferencia. El envite del próximo domingo contra el Estepona será clave en el devenir veleño.

El Vélez arrancó con intensidad y bien plantado sobre el terreno de juego, las líneas se movían coordinadas y la salida del balón gozaba de cierta agilidad. El paso de los minutos iba otorgando la razón al planteamiento táctico visitante y el Baza, sorprendido por la seriedad de su rival, se impacientaba con el cero en su marcador. Pero llegó el minuto 39 y, en una melé en el área de Ávila, Vojvoda anduvo más listo que el resto y rompió la igualada.

El tanto dejó muy tocada la moral del Vélez, que se fue al ataque después del descanso. Rozó tímidamente la igualada en varias ocasiones, pero Gordillo fue expulsado en el 69 y dilapidó los sueños de remontada. El colegiado, demasiado riguroso, mandó al malagueño al vestuario con roja directa.

Los visitantes acusaron la inferioridad y el Baza aprovechó para conducir el partido a su terreno. A pocos minutos del final, después de varias intervenciones de Ávila, Javi Muñoz hizo el segundo.