Blancos de Rueda-Unicaja

Victoria rácana, triunfo vital (76-83)

  • El Unicaja vuelve a ganar 28 días después y corta su mala racha en la antesala de la Copa del Rey. El acierto de Valters y la constancia de Fitch tiraron del equipo en un partido flojo.

14 de enero. Era la fecha que hasta ayer registraba la última victoria del Unicaja. Siete derrotas consecutivas y una vorágine autodestructiva que había convertido al miura de los primeros meses de competición en un sobrero del montón. Tres semanas traumáticas en las que se ha llegado a perder la identidad y la marca de un equipo guerrero y con corazón. Pero ya pueden tachar ese 14 de enero. 28 días después, sí, como la película que cuenta la desaparición de la civilización por un virus mortal, el Unicaja volvió a ganar. 28 días después, el equipo malagueño superó su particular virus y obtuvo la recompensa de la victoria. Por su sangre ya corre esa medicina capaz de levantar a equipos moribundos y transformarlos en lo que eran antes. Da igual la manera en la que llega hasta ahí, si se juega bien o mal. Recuperar la gratificante sensación que otorga un triunfo es el primer paso para volver a la vida. No hay nada como eso. Y las caras, los gestos, los suspiros de alivio de jugadores y técnicos al final del partido fueron la mejor muestra.

Triunfo vital en la pista del colista que permite llegar a la Copa del Rey con otra cara. Se ha frenado la caída libre y ahora se trata de comenzar a reconstruir desde un punto de confianza necesario a seis días vista del duelo con el Banca Cívica. No importa demasiado que fuese una victoria rácana, conseguida con un juego mediocre, salvo momentos puntuales, y lejos, muy lejos del nivel mostrado antes de aquella canasta de Mirotic. Ayer se trataba de volver a ganar. Sólo eso. Ni más ni menos.

El duelo fue el propio de dos equipos en crisis. Uno acuciado por la llamada del descenso, otro buscando su identidad y viendo en peligro el crédito ganado a lo largo de tres meses y medio. El partido no tenía pinta de buen espectáculo. Y, desde luego, no lo fue. El Blancos de Rueda, con Dumas lesionado y un juego interior en el que el otrora gran Curtis Borchart es una caricatura de lo que era, fue sin embargo el que primero llegó al partido. Le bastó con hacer dos cosas más o menos bien, rebotear y tener un decente porcentaje de acierto en el tiro exterior, para tomar el mando del encuentro. Chus Mateo repitió la maniobra de Siena y no incluyó a Gerald Fitch en el cinco titular. Metió a Berni rodeado de los cuatro titulares de los últimos partidos, pero la imagen se aproximaba más a la ofrecida en Fuenlabrada o Las Palmas que a la exhibida hace pocos días en Siena. Los locales se encontraron casi sin querer con un panorama que no esperaban: 16-8 a falta de dos minutos para el final del primer cuarto. Sólo Freeland y Darden habían anotado hasta ese momento y la valoración conjunta del equipo malagueño era de cero. Las alarmas, amortiguadas en Siena, volvían a sonar, pero no hubo incendio. Lo evitó la segunda unidad, con Valters dando mucha mayor fluidez ofensiva al juego y un Fitch enchufadísimo. Se enlazaron cuatro minutos de buen juego, en los que contribuyó una defensa zonal, y fue suficiente para devolver la calma.

Igualó el Unicaja a 24 y parecía que el colista podría comenzar a disolverse. Pero entre la inconsistencia cajista y el orgullo pucelano el encuentro volvió a virar del lado local al tiempo que Luka Zoric se desesperaba y se cargaba con tres faltas después de recibir una técnica merecida (36-29). Chus Mateo llamó a sus hombres y les reunió en la banda. Hubo bronca, toque de atención. Uno más. Y el Unicaja salió desbocado, como si le fuera la vida en ello. Ahí comenzó a ganar el partido. Un parcial de 0-11 en los últimos tres minutos y medio del segundo cuarto, con seis tantos de Fitch, tres de Garbajosa y dos de Peric, le otorgaron su primera ventaja en todo el partido antes del descanso (36-40). Ya no volvería a perder el mando del encuentro.

Mateo se encomendó a Valters y el letón correspondió sacando a relucir su muñeca (tres triples en el tercer periodo) y guiando los pasas del equipo ante los tímidos intentos de defensa en zona que proponía el Blancos de Rueda. El tiro exterior entraba y eso retroalimentaba las ganas y la intensidad a la hora de defender. El Unicaja parecía divertirse por primer vez después de un mes de penurias. Alcanzó los diez de ventaja justo antes de encarar el último cuarto (55-65) y se fue hasta los doce a falta de nueve minutos para la conclusión (57-69). ¿Partido cerrado? Sí, si el Unicaja andara sobrado de autoestima. Pero no es el caso y el equipo malagueño estuvo cerca de ver cómo lo echaba todo a perder en un último periodo que no pasará a la historia. O sí. Porque no abundarán los casos en los que un equipo gana después de dedicarse los últimos nueve minutos a anotar sólo desde la línea de tiros libres. Metió 12. Y con eso le llegó para tumbar a un desquiciado rival. No fue un broche bonito. Pero eso ayer era lo de menos. Victoria. Y punto.

- Ficha técnica:

76 - Blancos de Rueda Valladolid (19+17+21+19): Udrih (7), López (-), Robinson (13), Touré (13), Borchardt (5) -cinco inicial-, Hernández-Sonseca (10), Uriz (13), Diego García (9), Nacho Martín (6) y Zamora (-).

83 - Unicaja de Málaga (14+26+25+18): Rowland (-), Berni Rodríguez (2), Darden (9), Garbajosa (4), Freeland (14) -cinco inicial-, Fitch (21), Zoric (4), Valters (21), Lima (2) y Peric (6).

Arbitros: Martín Bertrán, Cortés y Calatrava. Eliminaron por cinco faltas personales a Robinson (min.39), del Blancos de Rueda.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la vigésima jornada de Liga ACB, disputado en el pabellón Pisuerga ante 6.529 espectadores.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios