Al holandés Ruud van Nistelrooy le bastaron el sábado apenas 90 segundos para hacer lo que el Hamburgo quiere que haga: darle alegría convirtiendo goles. Fueron dos en el 1-3 en Stuttgart, uno con la zurda, el otro con la derecha, con los que dejó claro por qué lo llaman Van Nistelgol.

Fueron los primeros desde que llegó a finales de enero al Hamburgo del Real Madrid para ocupar el vacío que dejó Paolo Guerrero, lesionado por varias semanas y ausente en Hamburgo por el miedo que tiene a volar.

Van Nistelrooy debutó la semana pasada, pero jugó apenas un minuto y tocó tres veces el balón. Como el estado físico no le da para jugar todo un partido ("estoy para 55 minutos, más no, pero voy avanzando"), en Stuttgart estuvo en el banquillo poco más de una hora, hasta que no aguantó más. "Estaba precalentando, miré el reloj y pensé que era hora de que fuese entrando. Se lo dije al entrenador y, bueno, se dio", comentó después el ex delantero de PSV Eindhoven, Manchester United y Real Madrid.

Entró en el minuto 65 por el delantero Mladen Petric y diez minutos después, en su tercer contacto con la pelota, fue habilitado por la banda izquierda y con un zurdazo marcó su primer gol.

No se quedó en eso. Apenas 90 segundos después, volvió a mostrar su olfato goleador. Esta vez, apareció por la otra banda y marcó, con la derecha, para sentenciar el 3-1 final.

"Fue fantástico, fue importante hacer un gol, el primero. El segundo hasta me sorprendió a mí mismo. Esperaba convertir uno, pero no dos", comentó el delantero después del encuentro.

Fue el hombre que marcó la diferencia entre dos equipos que se presentaron equilibrados y Van Nistelrooy se fue de la cancha con amplias sonrisas. Sonrisas que llevarán preocupación a su colega Paolo Guerrero. En Lima debe haber sentido la presión que significa la presencia y los goles del holandés, y la dificultad que le puede deparar a la hora de querer prolongar su contrato en el Hamburgo, que vence a finales de esta temporada y para el que Guerrero había pedido un aumento de sueldo.