Bádminton

En busca de un final feliz

  • Leopoldo Agüera ha vuelto a la competición de élite con el Benalmádena una década después de que la abandonara por vivencias tan duras como un grave accidente de moto o el fallecimiento de su madre

Consciente o inconscientemente, todo el mundo busca la felicidad en su vida. Hay quien sufre más y quien lo hace menos, pero el caso es que todos esperamos que llegue el momento en el que podamos sonreír tranquilos por el buen trabajo realizado en esa búsqueda del bienestar. El protagonista de esta historia, Leopoldo Agüera -Málaga, 1983- ha logrado ya encontrar la fórmula de su satisfacción personal, que pasa por volver a jugar al bádminton casi once años después.

el principio

Tenía ocho años cuando, animado por sus hermanas mayores, Leo se decidió a probar suerte en el mundo del bádminton. La llegada al Club Benalmádena del ex campeón de España absoluto Manuel Jiménez motivó al malagueño para apostar fuerte por este deporte: "Él hizo del Benalmádena un club grande, nos motivó a todos y nos hizo apostar por el bádminton".

La amistad de Leo con el técnico del equipo se hizo fuerte en poco tiempo, el mismo que el entrenador permaneció en el seno del club. "El club se fue a pique por la falta de recursos económicos y él tuvo que irse. Para entonces ya llevábamos unos años siendo compañeros de dobles", recuerda el jugador malacitano.

el accidente

Hasta ese momento Leo ya había logrado ser subcampeón de España en la categoría individual y por equipos. Era toda una promesa del bádminton nacional como él mismo sabría muchos años después. "Un día tuve un accidente con la moto, salí volando por los aires y me rompí el parietal derecho del cráneo", recuerda con fortaleza Leo, que con sólo 15 años empezaba a vivir una etapa muy delicada en su vida.

Dos días en coma y dos semanas borradas de su vida -el deportista no recuerda a día de hoy nada de lo que pasó en todo ese tiempo- desembocaron en pequeños mareos al ejercitarse que le obligaron a alejarse del bádminton: "Yo creía que por poco tiempo", recuerda Leo.

El fallecimiento de su madre -que llevaba tiempo enferma- complicó las cosas al que por entonces era sólo un niño que pensaba en jugar al bádminton constantemente. "Fueron momentos difíciles para mí, porque no recibí mucho apoyo por parte de mi padre. Él, que es un hombre muy tradicional, quería que yo trabajara", recuerda apesadumbrado Leo, quien en cuestión de semanas tuvo que abandonar el deporte y los estudios para forjar un vida nueva que ni siquiera quería.

el cambio

Pasó el tiempo y Leo decidió salir fuera de España para cambiar de aires: "Estuve trabajando en el extranjero, aprendí inglés y alemán". Llevaba una vida más o menos feliz, pero un nuevo suceso golpeó su vida y, sobre todo, su estabilidad emocional. "Murió la madre de un gran amigo mío y lo hizo de la misma forma que la mía. En ese momento decidí organizar mi vida y decidir qué cosas eran esenciales para mí. Comencé a pensar en lo que yo quería hacer antes de morir y me acordé del bádminton, que tantos buenos ratos me había dado de pequeño", explica el jugador del Benalmádena.

la felicidad

Ni corto ni perezoso, Leo decidió volver a España, establecerse en Málaga y reencontrarse con su pasado para moldear su futuro. Mijas Costa fue la localidad elegida por el deportista, que casi doce años después se reencontró con el bádminton. "Empecé a ganar torneos, he sido campeón de Málaga individual, estaba muy bien situado en el ranking andaluz... las cosas volvían a su cauce".

Fue entonces -hace un par de meses- cuando Leo decidió contar a su padre que volvía a jugar al bádminton. "¿Sí?, pues igual debí dejarte ir a la Blume cuando me lo ofrecieron siendo tú muy pequeño", fue la respuesta de su progenitor. "¡La Blume!", dice emocionado Leo acerca de la residencia para deportistas de élite que existe en Madrid y en la que diez años después descubrió que podía haber entrado. "Mi padre dijo que no entonces sin ni siquiera consultármelo y ya no puedo hacer nada, sólo centrarme en acabar mis estudios y en jugar con mi club", afirma el malacitano. Y es que, seguramente, una de las claves de la felicidad reside en dejar atrás todo lo que pudo ser y no fue.

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