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En casa del ogro

  • El Unicaja visita la pista del CSKA, donde nunca ganó y ahora parece la oportunidad menos propicia. El rival está repleto de jugadores que marcan diferencia en todas las posiciones

Los enlaces aéreos y las coyunturas convierten los viajes de Europa esta temporada en miniconcentraciones. Fueron tres noches en Atenas, serán otras tres en Moscú. Tiempo para imaginar el partido, para darle vueltas a lo que se puede hacer para frenar a este impresionante ejército rojo que tiene a disposición Jonas Kazlauskas. Francamente, pensar en un triunfo del Unicaja en Moscú oscila entre la utopía y la temeridad. La capital rusa permanece como una de las pistas en la que el equipo malagueño no ha conseguido ganar jamás. Se ha hecho en Tel Aviv, Atenas, Estambul, Belgrado, en las mejores canchas italianas... Pero no en Moscú, donde se ha estrellado repetidamente. La opción más clara fue una prórroga enla temporada 2003/04, primera temporada de Scariolo, con un partidazo de Carlos Cabezas. Desde entonces, lo normal ha sido perder por diferencia amplia.

La derrota ante el Madrid ha ayudado a dimensionar la realidad del Unicaja, que debe seguir trabajando para alcanzar su mejor nivel. El comienzo de temporada ha sido muy bueno, se ha ganado a quien se debía ganar. Pero este tramo de calendario bastante complicado no debería dejar secuelas, no sólo en el aspecto resultadista, sino también en el psicológico. Lo construido no se puede venir abajo. Entra dentro de lo normal una serie de derrotas, pero no se puede perder el espíritu combativo exhibido hasta ahora. No sobra el talento en el grupo y para medirse a rivales de esta enjundia hay que superarse. Para ello se juega la Euroliga.

El CSKA ha confeccionado un equipo exuberante, con cracks que están entre los cinco mejores de Europa en cada posición. Desde Teodosic a Kristic oscilan varios jugadores que serían franquicia en equipos de alto nivel en Euroliga. Siskauskas, Khryapa o, sobre todo, Kirilenko, el hombre que le da el salto de calidad hasta la excelencia a este equipo. Un hombre que lo hace todo y todo bien.

Es tentador para el Unicaja salir a verlas venir y pensar en el partido del domingo en Alicante, más ganable y quizá hasta más importante en términos relativos. Un triunfo en Moscú, no obstante, permitiría enlazar cuatro victorias en Euroliga y dejar el pase al Top 16 visto para sentencia, lo cual sería un logro notabilísimo al final de la primera vuelta. Pero la realidad es que ganar en Moscú sería una gesta. Aunque el CSKA ya sabe lo que es morder el polvo esta temporada. El Spartak de San Petersburgo lo consiguió en la primera jornada de la VTB League, la competición que aglutina a antiguos equipos soviéticos más algún polaco. Un torneo supranacional para elevar el nivel. El Panathinaikos le exigió la pasada semana hasta la prórroga en el OAKA, pero acabó ganando en la pista del campeón de Europa.

El partido genera ilusión en muchos jugadores del Unicaja. Para varios es su primera visita a Moscú. Por ejemplo, para Álex Abrines, que mira con ojos como platos este primer viaje continental con el primer equipo de los muchos que llegarán más tarde. Para los debutantes en la Euroliga, más de lo mismo. No es el Universal Sports Hall, enclavado en un complejo deportivo construido en su día para los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980 y remozado más tarde, un pabellón especialmente caliente ni con una excesiva presión. Ésta la pone el poderoso equipo del ejército rojo, más sanguinario que nunca. En el Unicaja todos los hombres están disponibles para Chus Mateo.

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