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Por el final del mal de ojo

  • La lesión ocular de Archibald recuerda las que han padecido en el mismo órgano en los dos últimos años Carlos Cabezas, Daniel Santiago, Carlos Jiménez y Marcus Haislip como jugadores del Unicaja

El mal de ojo, en esta ocasión, no se refiere a la superstición o al maleficio. Es algo más tangible. Problemas en el órgano que permite la visión y que, obviamente, impiden la práctica del baloncesto. La fractura en el suelo de la órbita que ha padecido Robert Archibald y que le tiene aún convaleciente es una más en la desgraciada lista que acumula en las últimas temporadas el Unicaja. Carlos Cabezas, Daniel Santiago, Carlos Jiménez y Marcus Haislip han padecido, como jugadores del Unicaja, problemas oculares de diversa consideración.

El caso más recurrente es el de Daniel Santiago. En sus tres temporadas en Málaga, el pívot puertorriqueño siempre lució unas gafas protectoras y una cinta para el pelo para evitar la caída del sudor, herencia de algún desprendimiento de retina que ya le había tenido prácticamente un año en blanco en su estancia en la NBA. En su primera campaña en Málaga (2005/06) tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por pequeño desgarro en la retina de los dos ojos en la semana previa a la Copa del Rey de Madrid. Pudo estar en aquella cita.

Año y pico después, Santiago se perdió uno de los partidos más importantes de la historia del Unicaja, aquel que dio acceso a la Final Four de Atenas. Fue operado justo el día antes del encuentro ante el Barcelona de un desprendimiento de retina en el ojo derecho tras un golpe recibido de Denis Marconato. Se estimó su baja en un período de seis a ocho semanas, aunque ya no volvió a jugar más aquella temporada. Su lesión propició la llegada al Unicaja para los play off de Boni Ndong. En su último año en Málaga no tuvo problemas en la vista.

También relacionada con la Final Four de Atenas está el problema ocular de Carlos Cabezas, producido por un golpe del venezolano Óscar Torres en la semifinal ante el CSKA, cuando el malagueño completaba uno de los partidos de su vida y Ettore Messina no encontraba la fórmula de pararle. Tuvo que ser operado de madrugada en la capital griega tras el golpe que le propinó Torres y en el que le rompió el lagrimal de su ojo izquierdo. Cabezas, que vio cómo le rompían la lentilla que lleva habitualmente, volvió a salir a la pista tras una primera cura, pero no pudo jugar el encuentro por el tercer y cuarto puesto y estuvo de baja un par de semanas.

También por aquel mes de mayo de 2007, el maleficio se extendió a Carlos Jiménez, que recibió un manotazo en un entrenamiento, lo que le provocó una laceración de la conjuntiva ocular con múltiples erosiones corneales en su ojo izquierdo. Se perdió también varios partidos, aunque le dio tiempo a llegar al play off, en el que el Unicaja cayó desplomado ante el Tau.

El último que padeció un problema ocular fue Marcus Haislip, también en 2007. En un entrenamiento sufrió un golpe que le provocó un traumatismo en el ojo derecho. El norteamericano padeció una úlcera corneal extensa en su ojo derecho, que le impidió jugar dos encuentros tras estar varios días sin poder ver la luz para que cicatrizara la herida.

En un deporte de contacto duro como el baloncesto, son habituales los golpes en los ojos, pero quizá no al nivel que en los últimos tiempos han padecido los jugadores del Unicaja. Para estampar el mal de ojo igual habrá que recurrir al ajo...

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