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¿Qué más hace falta?

  • El Unicaja firmó una final memorable y estuvo a punto de hacer posible el milagro, pero la suerte le volvió la espalda · Las dos aficiones protagonizaron un duelo con pique en las gradas del Palacio

Mientras Prigioni cortaba una de las redes y Splitter lloraba buscando a alguien en la grada, los jugadores del Unicaja miraban al suelo. Algunos tirados en el parqué, otros sin fuerzas para levantarse del banquillo. “¿Qué más hay que hacer para ganar a esta gente?”. Ese era el pensamiento general en el lado malagueño. Impotencia y desesperación tras firmar una final épica, desplegando un juego de alta escuela, ganándose al público neutral del Palacio de los Deportes y convirtiendo al imbatible Tau en un enemigo con pies de barro. Se rozó el milagro, pero no, tampoco esta vez la afición cajista pudo festejar el final del maleficio baskonista. La maldición continúa.

En la antesala de la final hubo baño vitoriano. Cada calle, cada esquina, cada bar de Madrid estaba teñida de blaugrana. El favoritismo del Tau era tan claro que nadie en Vitoria se quería perder la ocasión de ver a su equipo ganar su sexta Copa del Rey. Dos millares de alaveses lucían palmito en los alrededores del Palacio desde por la mañana a la espera de disfrutar de su fiesta. La presencia malagueña no comenzó a sentirse hasta un par de horas antes del encuentro. El club vendió por la mañana unas sesenta entradas a aficionados que se habían desplazado a primera hora de la mañana desde Málaga para ver la final in situ. La más barata costaba 89 euros. Demasiado abuso en tiempos de crisis.

Pero la superioridad de seguidores vitorianos no se notó tanto después dentro del pabellón. Situados en la parte alta de uno de los fondos, malagueños a un lado y vitorianos a otro, compartían grada pero ni siquiera se miraban. La enemistad labrada tras años de dura rivalidad se nota en los Tau-Unicaja. Y eso que resulta complicado que la apacible hinchada cajista frunza el ceño ante una afición rival. Sus motivos tiene. Los cajistas argumentan que es la única afición que le falta el respeto. Y la prueba, ante los ojos de toda España, se produjo en el partido de ayer. Mediado el segundo cuarto, los vascos entonaron aquello del “puta Málaga” sin ningún tipo de provocación de por medio. La respuesta de los malagueños fue una pitada seguida de aplausos y de reverencias. La ironía para combatir el mal gusto.

Por entonces, la teórica superioridad del Tau seguía sin aparecer por la pista. El Unicaja plantaba cara, metía el miedo en el cuerpo y conseguía llegar al descanso mandando en el marcador (44-43). A falta de veinte minutos había motivos para creer en el milagro. A unos metros, en el palco, la nutrida representación de autoridades malacitanas esbozaba una ligera sonrisa. Allí estaban Francisco de la Torre, Luciano Alonso, Elías Bendodo, Francisco Molina y el gurú, Braulio Medel.

“Es cuestión de tiempo”, decía el entorno del Tau. Se agarraban a la condición de rodillo de su equipo. Como sucedió ante el Pamesa y ante el Barça. Los primeros minutos del segundo periodo parecían darles la razón. Vidal y Rakocevic impulsaban al Tau hasta los seis de ventaja y la charanga blaugrana comenzaba a creérselo. Los malagueños no decaían. La Peña Los Aviones, La Pancarta, La Zona Málaga interrumpían la música norteña a los sones de “Málaga, Málaga” y de la versión cajista del himno de los Legionarios. “MVP, MVP”, le cantaban a Haislip.

El norteamericano se sintió aludido y puso por delante al Unicaja (67-68). El Tau vuelve a apretar pero sendos triples de Berni y Cook igualan el choque (67-67). Ivanovic se pone nervioso, protesta airadamente, señala a los árbitros. “Técnica, técnica”, canta la grada verdimorada. Los árbitros, ni caso (cinco faltas cajistas por ninguna baskonista en esos momentos). El partido para entonces ya era un vaivén se sensaciones. Una ruleta rusa en la que en cada acción, cada jugada, el corazón daba un vuelco. Gomis tuvo el título en un tiro libre que pudo haber evitado la prórroga. Y el Tau no perdonó. Haislip se jugó el que pudo ser el triple de Garbajosa. No entró y Berni, en el último suspiro, no pudo superar los brazos de Mickeal en un tiro desesperado. El Tau, otra vez el Tau. ¿Qué hay que hacer para ganarle?

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