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El "mejor imposible" de David Ferrer

Eterno hombre en segundo plano haga lo que haga y gane cuánto gane, David Ferrer debutó ayer en el Abierto de tenis de Australia con un éxito y una convicción: "Mejor, imposible". El 6-1, 6-4 y 6-2 sobre el portugués Rui Machado fue, en cierta forma, un trámite para Ferrer: es el número 5 del mundo, semifinalista hace un año en Australia, reciente campeón de la Copa Davis y ganador del torneo de Auckland el sábado. Lo lógico ante el número 70 del mundo es que Ferrer gane, aunque lo haga sin estridencias.

Con la de hoy lleva siete victorias consecutivas: una en la final de la Copa Davis ante Argentina, las cinco de Auckland y el éxito sobre Machado. "La verdad es que, por ahora, mejor, imposible. He vuelto a ganar Auckland y llego muy bien a este torneo", destacó el español de 29 años, uno de los jugadores más veloces y resistentes del circuito, pero también un hombre que logró hacer evolucionar su tenis hasta dotarse de un juego plano e incisivo.

El duro calor australiano no afecta a Ferrer, acostumbrado a horas y horas de fuertes entrenamientos en el Mediterráneo. Sereno, el español aseguró que no siente ninguna presión por defender los puntos de la semifinal de 2011: "Yo personalmente pienso en sumar, no en lo que defiendo aquí".

Ferrer muestra una semisonrisa cada vez que recibe una pregunta que se repite en los últimos tiempos: ¿Cuán lejos está de los cuatro mejores? "Muy lejos", dijo ayer. "Fíjate que el año pasado tuve la mejor temporada de mi vida y así y todo estoy lejos". El desafío de Ferrer pasa esta temporada por ganar un Masters 1000 y quebrar, por fin, la barrera de los cuartos de final en Roland Garros. Para ello aprovechó para relajarse. "A fin de año estuve cinco días sin tocar una raqueta. Visitamos Amsterdam y Praga con mi pareja. Nunca había estado ahí".

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