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El notable no basta en Atenas

  • Insuficiente El Unicaja claudicó tras una brillante mitad en la que dominó y una segunda en la que dio la cara

10-20

El Olympiacos tiene hambre de gloria. "El Rey de Europa está aquí", reza una de las pancartas desplegadas en el fondo de la Gate 7, donde se congregan los aficionados más apasionados. Llevan una década a la sombra del Panathinaikos y para recuperar el trono han creado un equipo espectacular. Tanto que ya no le hace falta bordar el baloncesto para ganar partidos. Tiene hechuras de equipo campeón y al Unicaja le tocó ayer comprobarlo en sus carnes.

Al equipo malagueño no le bastó con hacer un partido dignísimo, con desplegar quizá los mejores minutos de la temporada. Dominó en una primorosa primera mitad, peleó la victoria en la segunda pese a no contar con el acierto del inicio y se marchó con una derrota por 11 puntos. La explicación está en la diferencia de potencial. El Olympiacos necesita hacer muy poco para ser mejor y el Unicaja precisa de todos sus argumentos y todo su coraje para ser, al menos, competitivo ante los colosos de Europa.

Quizá el encuentro de ayer llegó demasiado pronto. Con Aíto aún intentando hacerse con las riendas, con tres lesionados de importancia. Y, ayer, además, con un Carlos Jiménez que apenas jugó por una inoportuna fiebre y con un desconocido Cabezas. La imagen y las sensaciones fueron buenas, pero a día de hoy no basta con el notable para ganar en El Pireo.

Más allá de la diferencia de potencial, el encuentro fue un duelo de estilos. A un lado el baloncesto pausado y, a veces, desesperante por su lentitud que gusta a Panagiotis Giannakis. Al otro, el baloncesto frenético y agresivo de Aíto. Al Olympiacos le pilló de improviso el asunto. Encantado de conocerse a sí mismo y cegado ante el brillo que desprende, no vio más allá. No se esperaba el juego dinámico del equipo malagueño. El ejemplo más claro, Josh Childress, que perdió sus tres primeros balones ante la defensa malagueña. Y el Unicaja, centrado y concentradísimo desde el salto inicial, lo aprovechó para mostrar sus virtudes en una enorme primera mitad. Una lástima que TVE faltara, con nocturnidad y alevosía, a la cita con sus espectadores.

Haislip y Gomis se aliaron en el inicio para completar un parcial de 0-7 que silenciaba el Pabellón de la Paz y la Amistad. Sin complejos. Las rotaciones de Aíto no mermaron el rendimiento. Entraron Cook, Welsch y Archibald y todo siguió igual. Giannakis puso en pista a Papaloukas para arreglar el asunto, pero aún con el jugador más desequilibrante del basket europeo en los últimos años, le costó. Entre otras cosas porque apareció el Thomas Kelati de la pretemporada. Incisivo en ataque, seguro. Tirador. Se le echaba de menos. El norteamericano se creció en tan legendario escenario y sostuvo al Unicaja en los momentos de dificultad desde la línea de 6,25 (10-20). Cuatro triples de cinco intentos anotó en los primeros 20 minutos.

El Olympiacos consiguió meterse en el choque y hasta situarse por delante tras un 11-0 (21-20). Tocaba apretar los dientes. Y el Unicaja lo hizo. Haciendo dos contra uno en cada esquina del campo y matando por cada rebote. Tanto apretó que volvió a despegarse hasta los siete puntos (23-30). Nuevo susto para los del Pireo, que volvieron a reaccionar de la mano de Lynn Greer y un acertadísimo Bourousis (18 puntos entre ambos al descanso, la mitad de la anotación local). Salvaron los muebles (39-38).

La demostración malagueña del inicio fue dando paso entonces a un desarrollo más normal al encuentro. Resultaba complicado mantener tanta inspiración. El juego del Olympiacos fue creciendo. Y el tercer cuarto fue un ejemplo. Los dos contra uno ya no sorprendían a un equipo repleto de calidad y talento. El balón encontraba siempre al hombre sin defensa. Para algo tienen a Papaloukas. Y el Unicaja fue poco a poco desapareciendo. Chyldress puso los diez de desventaja (50-40) y ya daba la sensación de que la ocasión se había escapado. Archibald acercó al Unicaja a cinco (63-58) en el último cuarto. Pero no fue suficiente. Por cuarta vez, el Unicaja cayó en el Pabellón de la Paz y la Amistad.

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