Baloncesto l Euroliga

La paradoja de David Blatt

  • El técnico del Efes Pilsen es también seleccionador de la Rusia campeona de Europa

David Blatt es un hombre peculiar. Es norteamericano con pasaporte israelí, de origen judío y dirige al mismo tiempo a la selección de la ortodoxa Rusia y al Efes Pilsen de la musulmana Turquía. Casi un paradigma de la globalización. Ejemplo también del carácter multirracial, multiétnico y aglutinador del baloncesto. De una concordia de la que el mundo suele adolecer.

Seguramente, cuando Carlos Cabezas, Berni Rodríguez y Carlos Jiménez se crucen hoy con Blatt en el parqué del Abdi Ipekçi vendrán a sus cabezas amargos flashes de aquella maldita noche del 16 de septiembre pasado. Ese día, España sufrió en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid su particular maracanazo a manos de la Rusia de Kirilenko y Blatt. "Nada más llegar a la selección, perdimos un partido del Preeuropeo por 20 puntos ante Bélgica y nos llamaban perdedores. Tenían razón. Ahora no lo somos", decía Blatt bañado en la gloria dorada de la gesta de Madrid. Había obrado lo que parecía un milagro. 22 años después de aquel legendario Europeo de Sttutgart'85, con el Sabonis más devastador que se haya visto guiando a la URSS al oro continental, su heredera Rusia volvía a reinar. Gracias a un norteamericano.

Nacido en Boston y formado en Princeton, Blatt hizo carrera como jugador en conjuntos de media tabla de Israel. Después fue el discípulo más aventajado de Pini Gershon en el banquillo sagrado del Maccabi tras hacer la mili en el Hapoel Galil Elyon, un equipo de un barrio de Tel Aviv. En su historial rezan seis enfrentamientos contra el Unicaja, con balance favorable para los malagueños. Ganó Blatt con su Maccabi los dos primeros (2001/02), pero le devolvió el Unicaja de Maljkovic la moneda al año siguiente con victoria incluida en La Mano de Elías con un monumental Gurovic. El desempate se deshizo el año pasado, con dos triunfos del Unicaja ante el Benetton que entrenaba Blatt en el Top 16. 4-2 para los cajistas en duelos contra el técnico del Efes, que un día no quiso dirigir la Supercopa italiana porque coincidía con el Yom Kippur, el día del perdón judío, que exige recogimiento a los fieles.

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